domingo, 4 de julio de 2021

Marjiatta Gottopo (Caracas, Venezuela, 1972)

 

 

LA CIUDAD, CLARO



 

 No la llevamos en oscuros amuletos,

Ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
No perturba nuestro amargo sueño,
Ni nos parece el paraíso prometido.
Anna Amajtova


Por el contrario En pesadillas selváticas nos perdemos en sus pantanos Somos devoradas por los animales salvajes de su ira Y su belleza ay, su belleza, la causa de que soportemos tanto mal Su olor sagrado de tierra prometida Su promesa de civilizaciones secretas Y del clima perfecto de la dicha. Su oscuridad templada y perfecta que sabe arrullarnos Y el invierno es algún lugar lejano “por las mismas calles errarás” Nunca lloraré suficiente por Caracas Y nunca me alegraré suficiente de haberla sobrevivido De haberme escapado De haberme hundido y haber resucitado La llevamos con culpa, con vergüenza por ser tan voraces La llevamos con dolor porque la amábamos tanto y sin embargo Quería devorarnos Porque su abrazo salvaje era desesperado y a la vez era asfixiante Y decidimos sobrevivir y amarla lejos La llevamos con un poco de exageración a veces Porque sabemos que es magnífica Que solamente una casualidad muy cósmica hizo que naciéramos allí La llevamos en paisajes infinitos y en noches memorables en casa de la abuela La llevamos en la dulzura de esos patios con guacamayas y el olor dulce de un guarapo Y una música que solamente tiene la tarde en ese lado del mundo Un arrullo de grillos, pájaros lejanos y olas inminentes Una luna gigante y tan serena que el mundo podría haberse acabado Y luego la ciudad tan salvaje como una orgía de pirañas La ciudad tan agresiva como un nido de alacranes La ciudad olorosa a mangos a caobos a jazmines La ciudad olorosa a gasolina
 
 
 
(Fuente: Voces del extremo) 



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