LA CIUDAD, CLARO
No la llevamos en oscuros amuletos,
Ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,No perturba nuestro amargo sueño,Ni nos parece el paraíso prometido.Anna Amajtova
Por el contrario
En pesadillas selváticas nos perdemos en sus pantanos
Somos devoradas por los animales salvajes de su ira
Y su belleza
ay, su belleza, la causa de que soportemos tanto mal
Su olor sagrado de tierra prometida
Su promesa de civilizaciones secretas
Y del clima perfecto de la dicha.
Su oscuridad templada y perfecta
que sabe arrullarnos
Y el invierno es algún lugar lejano
“por las mismas calles errarás”
Nunca lloraré suficiente por Caracas
Y nunca me alegraré suficiente de haberla sobrevivido
De haberme escapado
De haberme hundido y haber resucitado
La llevamos con culpa, con vergüenza por ser tan voraces
La llevamos con dolor porque la amábamos tanto y sin embargo
Quería devorarnos
Porque su abrazo salvaje era desesperado y a la vez era asfixiante
Y decidimos sobrevivir y amarla lejos
La llevamos con un poco de exageración a veces
Porque sabemos que es magnífica
Que solamente una casualidad muy cósmica hizo que naciéramos allí
La llevamos en paisajes infinitos y en noches memorables en casa de la abuela
La llevamos en la dulzura de esos patios con guacamayas y el olor dulce de un guarapo
Y una música que solamente tiene la tarde en ese lado del mundo
Un arrullo de grillos, pájaros lejanos y olas inminentes
Una luna gigante y tan serena que el mundo podría haberse acabado
Y luego la ciudad tan salvaje como una orgía de pirañas
La ciudad tan agresiva como un nido de alacranes
La ciudad olorosa a mangos a caobos a jazmines
La ciudad olorosa a gasolina
(Fuente: Voces del extremo)
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