La diosa del columpio
cuelga sin cabeza
de los hilos invisibles de arena
espera al prófugo en el cántaro
vacío
despojado
de silencios
y zapatos.
La diosa sin cabeza
sin brazos
sin pies
cuelga
simplemente cuelga
de los hilos de la vida
la existencia como regalo de los dioses
es porosa y locuaz
Constantina cuelga de un columpio
esperando
flota
flota en el aire
con un aliento fresco
la voz de la madre es un eco derretido
que interrumpe el vaivén del columpio
y el pensamiento de su mirada
flota como esponja de los mares
flota
al filo de los cántaros
flota en el albor a cuestas
de su padre
más allá de las cenizas se columpia
con el recuerdo lechoso
del pecho de su madre
nada es distinto de nada
nada es diferente de nada
las eólicas de sus pechos
tienen sabor a sal
en el columpio de hilos invisibles de arena
vuela Constantina
con sus pechos salobres
y con el canto de su rostro
abre la crisálida
en ese prolongado viento
para atravesar la inmortalidad inexplicable.
En El tórax de tus ojos
Amargord ediciones
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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