Un español habla de su tierra
Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
en paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo.
Ellos, los vencedores
caínes sempiternos,
de todo me arrancaron.
Me dejan el desierto.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar en tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
de la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
en paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo.
Ellos, los vencedores
caínes sempiternos,
de todo me arrancaron.
Me dejan el desierto.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar en tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
de la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?
(Fuente: Asamblea de palabras)
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