Monólogo de mujer
he olvidado todo.
Tu corazón tan cálido ha trastornado el mío.
Sólo nosotros dos giramos con pasión
alrededor del cosmos mil veces por el mundo.
He podido cerrar fuertemente los ojos
para que el dulce instante no se escape.
Me acariciaba tu hondo respirar.
Me hacías olvidar cuanto existía.
Me derretí en la luz que comenzó.
Te dije todas las palabras buenas.
No sé si desde dentro o en voz alta...
Estuviste a mi lado
y has llenado mis ojos de ternura
hasta poder sentir el dulzor de la vida,
hasta crear en mí la más honda adicción,
haciéndome mejor cada día que existo.
¿Podría una mujer desamada
entender el secreto de un corazón temblante?
Sin embargo, tú mismo renunciaste.
Las aguas se han marchado, las hierbas se tornaron cenicientas.
Lloraba y te burlaste sin piedad.
Me agarraste la trenza
y me tiraste al turbulento río.
Entonces maduré y descubrí que todo
es falso en este mundo temporal.
Entre tus brazos tan apasionados,
olvidé mi inocencia, relegando el honor.
Sin piedad me hizo daño
la noche tersa que me dio el placer.
Ya no voy a ponerme aquel blanco vestido.
Hoy ha hecho un buen día.
Ante mi honda conciencia no creo ser impura pecadora.
Dios que todo lo absuelve bien podrá perdonarme.
(Fuente: Asamblea de palabras)
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