Ella se siente
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa,
como fruto devorado adentro
por pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
—no corteza vacía—
imagen que brilla en el espejo
—no sombra que se esfuma—
una voz clara
—no pesado silencio—
alguna vez escuchada.
(Fuente: Asamblea de palabras)
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