Canibalismo
y albricias
desdeñaba
Plinio el Viejo.
ordeña
al gorgojo,
y en el Libro
que sigue,
ve, no sin sorpresa,
que de cucarachas
y leche de alquitrán
nacen
urutaús de seda
y ciertas bestezuelas
inofensivas
que hacen las delicias
de los niños
en edad casi no escolar.
Delicias,
claro está,
destinadas a arrancar ojos,
patitas,
insertar agujas,
envolverlos en cartopapel
y darles fuego.
En XXXXIVVV
- no me pidan que número
es, porque hoy tampoco
nadie lo lo sabe-,
se ensaña con los colores,
los peces, las migrañas,
el pudor,
y el pórfido
que transportaban de Egipto
a Roma,
eso sí,
sin cocción
reconocida como tal.
En el Praefatio
del VI
deja sus hipótesis
sin fundamentos.
Hagendahl
y seguidores,
no había Fb.
entonces,
bueno es echarle
una luz,
desestiman
la existencia
del sabio
y su época.
Y como san Pablo
dice
que toda teoría,
tendencia filosófica,
o producto intelectual
del hombre
es, por justa razón,
algo tan fugaz
como una gastritis,
y tan trivial
que escapa
a Dios,
que está, sí,
más allá,
de la abundancia
de las cosas }
y las suculencias
que ensucian la tierra
y pagos vecinos,
Plinio
se queda con sus pájaros,
culebras de pelaje castaño
y esos gusanos innominados,
calladitos por demás,
en la noche de los sueños.
- Inédito -
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