MI HIJO, MI VERDUGO
Mi hijo, mi verdugo,
te tomo en mis brazos,
tranquilo y pequeño, que acabas de levantarte
Dulce muerte, pequeño sol, nuestro instrumento
de inmortalidad,
tus gritos y tu hambre son una prueba
de nuestra decadencia física.
Nosotros, veinticinco y veintiuno,
que parecía que viviríamos para siempre,
vemos en ti la vida perdurabe
y empezamos a morir juntos.
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en "The Selected Poems of Donald Hall", Houghton Mifflin Harcourt, Boston, 2015. Versión de Jonio González. En la imagen, Donald Hall (Hamden, EE. UU., 1928-Wilmot, EE. UU., 2018) por Henri Cole (The Paris Review).
MY SON, MY EXECUTIONER
My son, my executioner,
I take you in my arms,
Quiet and small and just astir
And whom my body warms.
Sweet death, small son, our instrument
Of immortality,
Your cries and hungers document
Our bodily decay.
We twenty-five and twenty-two,
Who seemed to live forever,
Observe enduring life in you
And start to die together.
(Fuente: Jonio González)
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