No hay rebeldía sin luz
-dices tú-
pero aquí las cosas
oscurecen sin pausa.
Es como si también las calles,
las montañas
y los muros,
-digo yo-
supieran que este día es el fin de noviembre,
como si noviembre mismo lo supiera
y se diera
al placer
apresurado
de cerrar
el aire
entre los prados
y las paredes
de tu cuarto sin mí.
Y entre toda esta brisa,
tan grumosa,
recordaras
que tus cosas
y las mías
se están acumulando en el lugar de lo sombrío,
como si pudieran saber
que nos corre otra estación sin luz
y se rindieran por eso,
como yo,
al abrumado paso,
a la estación del crepúsculo
sin reparo,
a la voluntad de noviembre.
***
No hay rebeldía sin luz,
dice tú,
y nosotros,
oscuros los dos,
decimos
que el tiempo
es una cosa que pasa
o que no,
y nos da igual.
No como los que pierden
día y noche
buscando aire
en la palabra aire.
No como tú,
que dices oír venir un río hacia nosotros,
no como yo,
que sólo creo en el canto del desierto,
rumor de lo deshabitado.
(Fuente: Life vest under your seat)
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