martes, 17 de mayo de 2022

Piedad Bonnett (Antioquía, Colombia, 1951)

 


 

Las cicatrices

 

No hay cicatriz, por brutal que parezca,

que no encierre belleza.

Una historia puntual se cuenta en ella,

algún dolor. Pero también su fin.

Las cicatrices, pues, son las costuras

de la memoria,

un remate imperfecto que nos sana

dañándonos. La forma

que el tiempo encuentra

de que nunca olvidemos las heridas.

 

 

 

En un futuro

 

En un futuro hablarán de estos tiempos,

y es posible que la memoria guarde

la voz del pregonero que en las calles desiertas

se hizo eco del mundo como existió algún día.

Alguien nombrará el miedo y sus cerrojos

y otro hablará del hambre desde sus cicatrices.

O del pasmo, del hilo

a punto de romperse,

de las lunas no vistas, del mar que ya no estuvo,

y de todos aquellos

a los que no alcanzaron nuestros brazos.

Nadie, en cambio, podrá dar testimonio

de cómo se llenaron de imágenes los sueños,

ese otro rostro de la poesía.

Y de cómo los hombres, con las alas cortadas,

inventaron caminos en sus noches,

y tocaron el mundo de nuevo con sus manos,

sembrando árboles y tempestades

en la pequeña nuez de su cerebro.

Que es donde, finalmente, nace el mundo,

y donde muere.

Nadie hablará tampoco, eso es seguro

de la aridez de los amaneceres.

 

(inédito)

 

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