IX
Quiero decir en voz alta lo que he visto: que la fisura entra por las manos encarnando el grito, que lo obsceno se camufla en las tardes de la infancia, que hay un dios enfermo que escribe sobre el mármol el nombre de los vivos. ¿Cómo volver a la quietud del cáñamo cuando mi cuerpo ya ha sido saqueado? ¿Cómo abandonar el peso salvaje y negro de la primera embestida? Creedme, aun con las encías desechas puedo pronunciar lo que está podrido en el festín y en los días de lluvia cuento como victoria mi plumaje haciendo remolinos en la hondona- da, avivando la densa luz de la tarde, el saber trae la cru- deza y afuera las zanjas van encontrando su lugar, una a una me amputan el sexo, me mantienen sonámbula y con avidez hago el inventario de mis deseos: la falta, la otredad que se impone centro, limpiar la mancha roja de las bragas cuando aparece, amar como geometría y munición (…)
El poema escogido pertenece al “La fisura entra por las manos”, Libero Editorial, 2022.
(Fuente: Aire Nuestro)
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