Orlando Mondragón (Ciudad Altamirano, México, 1993) es poeta y médico cirujano. En 2017 debutó con el libro Epicedio del padre, con el cual obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura.
La escritora Margo Glantz apunta, acerca de su último libro: «Cuadernos de patología humana es un diario médico preciso y ordenado en el cual el poeta recorre una a una las distintas salas donde lo esperan la enfermedad y la muerte, y, si no fuera melodramático, diría que en el poema la muerte es hermosa, coloreada de rojo y azul siguiendo el transcurso vital de las arterias y las venas que, condensadas, aparecen en pequeñas prosas poéticas que en este poemario se manejan como una especie de estribillo: coronan o resumen los distintos tramos de la muerte y de la vida, pintándolos de rojo y azul a la manera en la que Rothko, el pintor estadounidense, pintaba sus extraordinarios cuadros».
Zenda adelanta cinco poemas de Cuadernos de patología humana (Visor), poemario galardonado con el XXXIV Premio Loewe.
Laura di Verso
***
VI
Toda la vida que tiene mi enfermo
se cuenta en dieciséis
respiraciones por minuto.
Ha firmado un papel
que me obliga a desconectarlo.
Mi dedo es el verdugo
que silencia los monitores.
El pecho se sacude un poco.
Solo eso.
***
VII
Duermen el sueño de los justos.
Les presto mis ojos para cuidarlos.
No fue un día fácil:
miradas perplejas,
noticias de difícil digestión.
Pero la noche ofrece una tregua
y ahora el tiempo cae a gotas.
En cada habitación, tres enfermos
y tres cuidadores.
Y aunque comparten el mismo espacio
nadie podría decir que duermen juntos.
Cada par se duele a su manera.
Miro a los dos primeros.
Enfermo y cuidador se quedaron dormidos
mientras se tomaban de la mano.
Es tan poco lo que hace falta
para ser una casa.
Apenas estar lado a lado.
Tocarse.
***
XVIII
Pesa entre quince y treinta gramos.
Mide de cuatro a seis centímetros.
La tiroides
es una mariposa
abrazada al cuello.
Qué sencillo explicar con palabras
los lugares del cuerpo.
Decir árbol bronquial
y que nazcan ramas buscando oxígeno.
Decir pupila
y que una niña se siente al centro de los ojos.
Pero cuando mi amiga dice
cáncer
es otro el animal
de su tráquea.
Dice cáncer y la sangre,
la piel, el frío
se astillan.
Mi amiga sonríe
como si no le importara.
Se ha entrenado para no mostrar
emociones
en momentos así.
Pero esta vez no le sirve
su bata blanca
ni la máscara de compasión
que usa en los pasillos.
Es ella quien debe darse la noticia.
Se concentra en la acción
para no pensar en lo que sigue.
Diagnóstico. Pronóstico.
Tratamiento.
En otros términos:
destino.
Mi amiga dice cáncer
pero no se aflige. No quiere.
No tiene tiempo.
Quiero ofrecerle
una palabra que adelante los días
y ponga mi brazo en las agujas.
Qué delgadas son las palabras
para decir
y que no se rompan.
Quizá soy quien más teme.
No al desenlace
sino a su cercanía.
A mi propia garganta.
Todo este tiempo miré la enfermedad
como quien ofrece
su vaso de agua al incendio.
El rescatador,
no el rescatado.
Pero la realidad siempre ha sido
una casa de espejos
que nos hace preguntarnos
sobre el lugar donde observamos.
Mi amiga acerca
mi mano a su garganta.
¿Quieres sentir? Toca.
¿Lo sientes?
***
SUTURAS
Le pregunto: del uno al diez, ¿qué tanto te duele? La escala que le pongo enfrente tiene varias caritas dibujadas. Cuando las palabras no alcanzan es necesario recurrir a su caricatura. Desplazar el lenguaje. Le pido que señale una de ellas con el dedo. Elige la última. Las caritas están coloreadas. Rojo significa el peor dolor que hayas sentido.
***
SUTURAS
Guardo mi ropa en una bolsa de plástico. Salgo a la calle. Respiro el aire frío. Las sombras van coloreándose en mi retina. Pienso en las situaciones donde mi mano fue útil, donde no. Olvido ambas. La luz descubre un cielo saturado de tonos escarlatas.
Rojo significa el peor dolor que hayas sentido.
Seguir completo.
Rojo significa resucitar.
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Autor: Orlando Mondragón. Título: Cuadernos de patología humana. Editorial: Visor Libros.
(Fuente: Zenda libros)
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