Los náufragos
MARIYA ZATURENSKA |
Vivieran donde vivieran, soñaban ese sueño:
la casera invisible cuya voz
aceleraba el aire con una llama oscura
de palabras que saben desde siempre y siempre han de saber:
“¡Nadie los quiere aquí! ¡Váyanse!”
Y cuando construyeron una mansión y la amueblaron con arte
Con amor y con música, con las flores autóctonas,
Siempre ocurrió, siempre lo mismo,
El salón se angostaba en una tumba,
Y la voz de un sirviente, o de un candelabro,
“Nada tienen que hacer aquí”.
Y cuando se marchaban a una isla remota para volverse el ídolo
De las tribus indígenas
Y eran acariciados, admirados y cobijados… entonces
¿Qué voz los condenó?
Que llegó cuando asumieron las guirnaldas, esa voz que sabían,
Diciendo: “Esto no es para ti, todo esto es falso.”
Y los domingos en los parques con las niñeras, los amantes, las flores,
Y las bandas tocando y las fuentes elevándose
En horas líquidas de plata,
¿De quién era el enemigo? ¿De quién era la culpa?
Si de repente las sombras observadoras arrancan
Y gritan “¡Váyanse! Váyanse!”
Ahora han elegido el exilio, han encontrado una casa aislada
En la ciudad más pequeña, en el refugio más tranquilo,
Y solo hablan con los heridos, los perseguidos, los cojos,
Largas tardes, mañanas más largas, los más largos mediodías,
Y esperan a que suene la campana, a que aparezca la casera.
¿Aquí también los buscan?
Traducción Aurelio Asiain
Marya Alexandrovna Zaturenska (1902-1982)
emigró con sus padres a Nueva York a los ocho años. Abandonó la escuela
pública a los catorce, pero escribió poesía mientras trabajaba durante
el día en librerías, como redactora de artículos de prensa y como
costurera en una fábrica, y al cabo se graduó en una escuela de
biblioteconomía. Su primer libro obtuvo inmediato reconocimiento y
recibió numerosos premios por los ocho que publicó, entre ellos el
Pulitzer, pero hoy es difícil encontrar alguno. “The castaways” fue un
poema muy apreciado por W. H. Auden.
(Fuente: alpialdelapalabra)
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