TODOS LOS DÍAS SON AYER
HAY en mí una noche asumida,
una oscuridad aceptada que permite
ver en ella a estos ojos de negrura
que colorean las sombras de los huecos
de las cuevas que día a día habito.
Hay en mí un temblor asumido,
una punzada por costumbre que no duele
ya y hay
un nervio muerto que solía
atar mi yo al mundo que algún modo,
un canal de angustia que es ahora
poco más que un hilo absurdo
que me mueve, cual títere, por inercia.
Hay en mí una pena asumida,
y un silencio, y un vacío, y un montón
de todas esas cosas sobre las que
durante siglos muchos hombres
y mujeres mejor que yo han hablado.
No hay más luz capaz de alumbrar:
solo la que existió y no retorna
y lo acepto y por eso reconozco
la dicha que acontece en la tristeza.
Estoy tan viva que estoy muerta.
Todas las cosas son hoy tanto
que no son.
Ayer fue tarde todo el día.
Todos los días son ayer.
En Los días eternos
Adonáis
Ediciones Rialp
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
No hay comentarios:
Publicar un comentario