Autosirena
El plural del abanico
se resolvió en un único destino.
Resolví la leyenda de mi infancia
con una forma ajena y humana,
y a mis mayores debo mi amargura milenaria.
Nunca vieron turistas mis pestañas.
Con almendras fabrico pingüinos, collares.
Mis libros son atletas
y mi palabra antigua como la seda.
En un ataúd blanco
escondo una niña que es un arpa,
y tengo tanta sed de amor
que se estremecen cerezas
en los seres más extraños.
Mi alergia al espacio
y mi manicura siniestra
son la curiosidad de mi magia.
Me mantuve siempre libre
de la ternura azul de los leopardos.
Amé todas las entrañas marinas,
amé incluso seres fatuos
por si alguien tachaba de inmóviles mis pestañas.
Desde entonces, un arpa da sombra a los senos en mayo.
(Fuente: La parada poética)
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