TEMA DEL CISNE HUNDIDO (1)
Undoso el que avanzara por los rizos
del espejo laqueado, su pezcuello
dócil al mando del cendal declina
rayado el rutilar de su plumaje.
Quien por interrogar las inestables
corrientes donde aneja su pellejo
arruga de nerviosas denticiones
la quilla que traslúcida corría
por parques de reflejos azulados,
impávido el azor, la crista altiva,
arriesga el hundimiento en ese anclaje.
Porque, por más que mírese a los hados,
no se retarda la fatal carrera
si tempestuoso pie pisa la pluma.
Leda, aferrándose al cuello del que
penden gruesas esclavas de pesadez dorada
doblándole – suspensiones de carbunclo
en nácar plumetí – la glotis,
las falanges nimbadas de bermejo
hunde en la interrogación fluctuante y rasga
de un tirón el julepe de las ondas
impulsado por raudos torbellinos.
La majestuosidad en la decadencia
finge, cual refulgir de lamparitas
que al mojarse en el lago un fogonazo
de refucilo en el anuncio de tempestades trasmarinas
soltasen, viento oculto en la rizada
peineta de la que ahógase en el nado.
corrientes donde aneja su pellejo
arruga de nerviosas denticiones
la quilla que traslúcida corría
por parques de reflejos azulados,
impávido el azor, la crista altiva,
arriesga el hundimiento en ese anclaje.
Porque, por más que mírese a los hados,
no se retarda la fatal carrera
si tempestuoso pie pisa la pluma.
TEMA DEL CISNE HUNDIDO (2)
Leda, aferrándose al cuello del que
penden gruesas esclavas de pesadez dorada
doblándole – suspensiones de carbunclo
en nácar plumetí – la glotis,
las falanges nimbadas de bermejo
hunde en la interrogación fluctuante y rasga
de un tirón el julepe de las ondas
impulsado por raudos torbellinos.
La majestuosidad en la decadencia
finge, cual refulgir de lamparitas
que al mojarse en el lago un fogonazo
de refucilo en el anuncio de tempestades trasmarinas
soltasen, viento oculto en la rizada
peineta de la que ahógase en el nado.
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