viernes, 28 de febrero de 2020

Juan José Rodinás (Ecuador, 1979)



TRAS LA FUTURA MUERTE DE CHARLES SIMIC
(¿Por qué la oscuridad no puede ser graciosa?)


Susurra la ventana del teatro como un revólver accionado
bajo el terror de una respiración. Susurran los goznes
de las sillas reclinables en los mejores teatros de comedia.
¿Cuál es el nombre del actor? ¿Charles qué? Durante décadas,
su show mezcló chistes abstractos sobre su familia
con la constante crítica de vivir en un mundo
que ofrece un sinfín de posibilidades
y en el que nadie es feliz
y que nadie comprende.

Ayer el comediante retó a su público con dos o tres preguntas:

“Si ustedes abandonan la sala, ¿mis manos se volverán plantas
y, luego, animales pequeños que hablarán por su cuenta?
¿serán energía, cero absoluto, inclinación del rostro
ante una fuente de calor ligera? ¿seré yo la oscuridad?”

El comediante piensa: “estoy en una habitación donde pocos me aplauden.
Pasé veinte segundos en la inmortalidad
con su olor a perfumes baratos y a estatuas oxidadas”.

Eso es el tiempo: la luna como un buzo ahogado
dentro de una cubeta llena de abejas de cristal y aceite de motores.

O un hombre despertando de un coma de mil años
en un hospital desconocido.

Y luego el comediante se pregunta si su vida no fue solo un error de lenguaje
o simplemente una enfermedad violenta y silenciosa.

Quizás su venganza será que todos moriremos.
Y que cualquier alegría en los ojos tiene fecha de vencimiento.

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