miércoles, 12 de febrero de 2020
Alfredo Silva Estrada (Venezuela, 1933 - 2009)
DE UN NAUFRAGIO
Sola en el vado está la proa. Incapaz de rehacer el naufragio,
ya remota extensión sin sosiego.
Emergerán los peces con un girar de llaves recobradas,
defensoras del templo.
(Oh las gradas del órgano.
El ábside expandido como gallo hacia el alba.
El vitral que aventura cometas
por un cielo de hiedras y de arañas)
Mas estarán perdidas las noticias boscosas.
Un niño habría salvado los espectros.
Y el timón carcomido ajustado a la tabla final
nos cantaría su barca,
sabedora de riesgos.
O los restos humanos hinchados en el cejo,
lejos hoy del estertor de sus arranques,
libertarían pupilas de resina
y hondo bullir de insectos,
nacidos del desgaste.
Allá en el vado sola está la proa.
Un pájaro se inmola en su brasa de canto.
DESNIVEL
Tener que encarar esta magia a la inversa
esta magia que no restituye
que solo hurta
Este fasto de un fuego que solo sabe extinguirse
que solo labra el sedimento de las lágrimas
que solo deja imágenes en el desorden de la memoria
y en el desorden de los sueños
Tener que encarar la magia escueta
desde el abrupto
irreductible desnivel
de este telón de fondo que de repente engulle la escena de los cuerpos
Ceder, construir
con el sedimento de las lágrimas
y la indigente provisión de la memoria y de los sueños
la conjetura vacilante, la raída pregunta
el único futuro que a veces nos sostiene
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