miércoles, 1 de septiembre de 2021

Jorge Eduardo Padula Perkins (Buenos Aires, 1952)

 

 

Kryygi...Kryygimaî..." 


Carita tierna y ojos de miedo en un mundo nuevo.
Ya de dos años, parida en sangre de madre muerta;
sobreviviente de la matanza de sus ancestros,
niñez robada a los sueños puros de un alma buena.

Más de cien años su vida y muerte fueron destierro,
hasta el regreso definitivo que le dio calma.
Pájaros cantan en el entorno actual de su cuerpo
y vive su alma en la tierra plena de sus ancestros.

Kryygi…Kryygimaî…
regresa al pueblo de, su linaje de Ypetimi.
Tiene en la muerte vida, más plena que en su vivir.
Kryygi…Kryygimaî…
Tatú de monte vuelve, a la tierra del guaraní;
Aché la sangre y Aché, los huesos en devenir.

Dudas y penas, cargó Damiana en todo el tiempo;
mirada esquiva en el desarraigo y en la vergüenza.
Desnuda su alma y en ocasiones también su cuerpo,
ante miradas que sin pudores decían ser ciencia.

Moderna esclava fue la Damiana en todo momento.
“India guayaki”, raza observada y muchacha sierva;
mezcla perversa de servidumbre y experimento,
que hasta sus huesos siguió humillando después de muerta.

Kryygi…Kryygimaî…
regresa al pueblo de, su linaje de Ypetimi.
Tiene en la muerte vida, más plena que en su vivir.
Kryygi…Kryygimaî…
Tatú de monte vuelve, a la tierra del guaraní;
Aché la sangre y Aché, los huesos en devenir.

La libertad para amar la vida, pagó en encierro
y su impotencia arañó paredes por esa afrenta.
Así la muerte, que llegó en tisis, quebró su cuerpo,
librando su alma más no sus huesos, tras de las puertas.

Más de cien años su vida y muerte fueron destierro,
hasta el regreso definitivo que le dio calma.
Pájaros cantan en el entorno actual de su cuerpo
y vive su alma en la tierra plena de sus ancestros.

Kryygi…Kryygimaî…
regresa al pueblo de, su linaje de Ypetimi.
Tiene en la muerte vida, más plena que en su vivir.
Kryygi…Kryygimaî…
Tatú de monte vuelve, a la tierra del guaraní;
Aché la sangre y Aché, los huesos en devenir.
 
***
 

“Kryygi…Kryygimaî…”. Una canción…historia de vida, muerte, oprobio y reencuentro.


Con letra de Jorge Padula Perkins y música de Rodrigo Uriarte Stottuth (interpretada en versión original por el propio Stottuth y Nery González Artunduaga), “Kryygi…Kryygimaî…” es una pieza musical (guarania) destinada a honrar a su protagonista, alguna vez llamada Damiana y hoy reconocida por su raza como Kryygi (que significa tatú de monte) o Kryygimaî (dado que el fonema “maî” quiere decir muerta), cuyos restos han sido restituidos a su pueblo y a su tierra.

La cruel historia de Kryygi comienza en septiembre de 1896, hacia el sur del Ybytyruzú, cuando un colono encuentra a su caballo muerto y culpa del hecho a gente del pueblo Aché, razón por la cual, secundado por un grupo de hombres armados, atacó y dio muerte a tres nativos (dos hombres y una mujer).

Al lado de la mujer asesinada, una pequeña (de aproximadamente 2 años de edad) lloraba desconsoladamente. Los mismos colonos blancos que mataron a su familia, se apropiaron de ella, dándole el nombre de Damiana, en virtud de ser entonces el día de San Damián.

Más tarde la niña fue entregada a una familia en Argentina, con la que vivía como criada y sirvienta, al tiempo que, en nombre de la ciencia, comenzaba a ser objeto de observaciones, mediciones, estudios y fotografías, por parte de antropólogos vinculados al Museo de La Plata.

Llegada a la pubertad, Kryygi comenzó a manifestarse insumisa, razón por la cual, quienes la tenían a su cargo, decidieron encerrarla en un hospital psiquiátrico, en donde murió, cuando tenía una edad estimada de 14 o 15 años, en 1907. 

Sus restos fueron ingresados en "colecciones" del Museo de La Plata, mientras que su cráneo fue enviado a un investigador en Alemania, donde fue "analizado" y resultó clasificado como "cráneo de una india guayaki".

Más de 100 años después (en junio de 2010 su cuerpo y en mayo de 2012 su cráneo), sus restos fueron restituidos a la comunidad Aché de Ypetimi (departamento de Caazapá), honrados en los ritos ancestrales de su pueblo y sepultados en un lugar secreto del bosque para su reencuentro definitivo y en paz con su tierra y su sangre
 
 
(Fuente: Las letras que escribí. blog)


 

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