ESTIGMAS HEREDITARIOS
ESTIGMAS HEREDITARIOS
Ella con sus ruinas alimentaba la tarde
Convertida en un gran cuadro
Colgado entre dos presentimientos
Y los olores de un largo viaje de ultramar
Alguna vez las ardillas atravesaban su cuerpo
Y de su pecho convertido en madriguera
Entraban y salían alegremente los cazadores
Y cuando su mirada amaba más que su cuerpo
Rasgaba sus vestidos
Dejando al descubierto los bosques y los ríos
Su voz se extendía entonces como el relámpago
Su mensaje alcanzaba el fondo de los mares
El límite de los vientos
Aumentaba el calor de los nidos
Y mientras su cuerpo renacía constantemente bajo
el continuo fluir de mis besos
Enterraba nuestros hijos
En esos jardines por donde se ve ir y venir la tempestad
ÉXTASIS
ÉXTASIS
Entre la madrugada y nuestro amor
tú dejabas correr la molicie
mariposas volando contra el huracán
reclinado sobre tu brazo precipicio
cargada estás de conjuros
bajo el ruido voluptuoso de la lluvia
nos confesamos nuestros vicios
desde la ventana vemos
la neblina arrodillada
la agonía del invierno
desesperada te entregas
pájaro sin alas
sombra alucinada
chispa que brotas del frenesí de los ángeles
bellas horas de angustia gozando de la tristeza
el rumor sofocado de olores antiguos
la presencia de los siglos
rincones mustios
retiras de los muebles el polvo del silencio
vieja cómoda de ángulos cansados
tu seno desnudo bajo las luces del alba
se precipita repentinamente
como si fuera el fruto más extraño del mundo y la sangre va y viene
y la tierra gira
todo ha sido herido
todo se ha volcado
y nuestros corazones entre el miedo y el delirio
dejan escapar bandadas
de pájaros furtivos
FUNDAMENTO DE LA REDUCCIÓN
FUNDAMENTO DE LA REDUCCIÓN
Cuando regresaba de las más altas riberas de la soledad ya
no era la misma mujer de antes. Yo la recibía probablemente con
amor entusiasta y alborozado, pero también con orgullo, pues
a su lado afrontaba el miedo, el sufrimiento y las torturas que
me convertían en un nuevo ser. (El verdadero pecado hubiera
sido no atentar contra Dios). Fue así como conocí el auténtico
nombre de los demonios y sus conjuros más secretos, con los
cuales juntos entrábamos en las tinieblas para recoger los frutos
del silencio. La abrazaba fuertemente, quizá para contrarrestar los
enormes cielos que nos rodeaban, aunque sospechaba que todo
aquel horrible vacío no era más que pensamiento y que debajo
de nosotros se debatían extensas praderas presas de un mal
extraño. Cavaba entonces un gran foso y dejándola resbalar hasta
el lugar más hondo, la cubría con fragantes y crujientes ramas de
plantas sagradas. Pero su cuerpo se duplicaba, se centuplicaba
y a la vez que la tenía por delante, la tenía por detrás, por arriba
y por debajo. Era la señal.
(Fuente: Hugo Toscadaray)
No hay comentarios:
Publicar un comentario