Tu Santidad
La poesía
era una empedernida visitante
impuntual
A veces llamaba así
A ciertas cadencias de voz
Que no engañaban a falta de verdad
topacios cuyo fondo trémulo
no podré dilucidar
el badinaje tejía una fábula
de señas muy propias
las que me dicen
no son ideas
las que nos separan
son distintas formas de cultivo
planta proporcional a la inteligencia
que ahuyenta un torbellino de gaviotas
no esos nítidos perfiles
siempre resolutos
tus reverdecidos héroes
en plena ideología alemana
en filas de soldados
y entremeses idénticos
los míos resultaban endebles
tenían el recato insoportable
de ser por lo menos literarios
Que todo haya ido en hipérboles
hablo de los actos sexuales
cualquier espejo los reflejaba dócil
ahí supe que mi sexo era inocente
venía el susurro luego de la cópula
comenzaba algo déjà vu
algo cruzaba el azogue y se rompían lanzas
ah uno de mis débiles
entonaba una pastoral imprevista
otro saltaba invariablemente corpóreo
susurraba tras espectro
un capítulo cazurro, deslenguado
el del Hombre
te esperaba labrando jarcias
y la poesía
ya era el nombre auspicioso
del combate
entre mi alma y tu santidad
Imágenes que serán el repujado antepecho
De una ventana que se inclina
En un vítreo reflejo
suspendido en su diagrama
el otro adiós no lo darán
escribas de letra acanalada
cacarean más de mil sexos
apenas si escriben alguno
muy otra era mi troika:
temía volverme místico
en el adiós a tu santidad.
Oh el amigo del amigo
Tan occiso de sus pares
que tuvo que compartir su mujer
en el momento que lo visitó el demonio
y terminó al fin por pensar
que no había estado
del todo en la salsa
como para contarle al diablo muerto
que estos rostros semiaparenciales
giran en aspas reales
en fallidas filas kármicas
donde hay algo peor que el homicidio
en la infantilización del criminal
Piernas cruzadas, colofón, sillón vecino
no fue todo ajedrez de una noche
más lunática que luna vergonzante
esa claridad mezquina
que no hizo sino aturdir más
esa exigencia de objetividad
un cambiar vertiginoso
de los caballos en medio de la corriente
adiós a la fábula de perdido vuelo:
volvería a amarte si no te conociera
resulta que te recuerdo demasiado bien
con todo tu arte sensual
que a los bobos de zaguán
les hacía sospechar
“aquí hay un clima de lascivia”
nunca citar por latido
susurrar: virgen prudentísima
entonces cambiábamos alusiones
acerca de la criatura
a la cual sólo le falta una pipa
para fumarse en cubilete
el alarido bien epónimo
a la pasión que visita
el temor de no ser
cuando de súbito descubre
el poder del sexo
invertido en calor moral, letal
ayer pulsando las riendas del miedo
podía estrellarse contra cualquier cosa
mientras otro chupaba tabaco de lujo
hoy se disipa en el escorzo-muralla
en el sumiso reino del láudano
donde no queda rincón de abrazos
un resquicio
para mi alma y tu santidad
No era siquiera el contraste
Entre la ductilidad mía en las ideas
y tu admirable imaginación sexual
en plena ideología alemana
ahí donde se vacila
entre San Sancho y San Max
hallé tu santidad
apartándola de la androginia superpuesta
hoja podía llevarla en caída
ahí donde todo circula
sortea como manteca humana
y como amargo entusiasmo se dobla
el blando cuerpo del otro
con la imagen prestada del siguiente
y así hasta dar en la diferida
suficiente selva donde te habrás ido
subrayando esa visión de muladar
Queda la otra despedida
la que siempre habrá de faltar
la que hará rechinar los dientes
“Love that never ends”
Duns Escoto en la vulgata
como por decreto del cielo
la cola del buey sagrado
termina en la boca del sátrapa
la naturaleza no es natural
es el confesionario
de las mudas apariencias
y el libro de Josué
no comienza el octavo día
más que un agujero es un hueco
un soldado de plomo
No cabe imitar los ingenios
del fumador de opio inglés
esperar un Champolión
para que descifre un ideograma
un Poe para hallar el Maelstrom
está en un mero cambio de toallas
en la posterior diferenciación del pecado
creías sólo en los peores
los únicos- decías- que serán perdonados
y tenías razón: el tuyo, es una hipótesis
era tu santidad reflejada contra mi alma
en una calle plateada y con tranvías
donde alguien desciende
y me da un adiós bisoño
y de unas altas almenas
caen más de siete hachas
a una le doy luengas gracias
por haberme descubierto otro cuerpo
y descabezado
de la filantrópica opresión del Bien
dejándome algún rubor
¿a quién buscabas?
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