domingo, 2 de junio de 2019
Juan Manuel Inchauspe ( Sta Fe, Argentina, 1940 - 1991)
Los tuyos
Has llorado, en secreto, a los tuyos.
Lenta, inexorablemente, los has visto partir
alejarse para siempre.
Has sentido, en tu corazón
el desprendimiento de una rama que cae.
Y luego has borrado
las huellas de esas lágrimas,
has contenido en el límite infranqueable
los bordes de tu propio dolor
y lo has devuelto a tu pobre vida,
a los días siguientes, a las horas
para que permanezca allí.
Oculto
como una invisible y constante
cicatriz.
…
Suave es caer en la habitación
cuando hemos dejado atrás
esta acumulación crujiente de horas
quemadas para vivir.
Suave la presencia de los muebles
la línea de tu nuca acompañando
la inclinación de tu cabeza sobre el libro.
Suave el fondo de mar de tus ojos.
Y más suave la hora —en que ya cansado
pero terriblemente libre— enciendo
la lámpara que apagaré muy tarde.
…
La palabras que no dije
las que no pronuncié y devolví
al fondo oscuro de mí mismo
me esperan en el camino.
Un día
o una noche cualquiera
no importa el lugar
me golpearán en pleno rostro.
…
Me voy temprano y regreso muy tarde
cuando la noche ha hecho ya
gran parte de su trabajo
y no queda tiempo para detenerse a mirar.
Así paso los días. Como si lo mejor de mí
estuviera paralizado y muerto
o mejor como si no hubiera existido nunca.
Nada más que este rostro hipnotizado.
Como un pájaro nocturno
alguna palabra escala mi sangre.
Entiendo que debo quemar mis manos una vez más.
Abro el cuaderno y escribo rápidamente.
Todo arde.
…
Sentado
en un banco de esta plaza
bajo el desamparo de las tipas
leo al viejo Benn.
Dura, puntual, metódica, implacable
dentro de mí
la garra del crepúsculo hace lo suyo.
(Fuente: Caína bella)
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