miércoles, 15 de mayo de 2019

Tomás Bartoletti (Argentina)



La poesía amorosa de Goethe
sería un fracaso. Si no fuera
por la hoja disecada del Ginkgo Biloba
anexada al poema de 1815. Es desactualizado
el juicio estético del poema
como lo es el amor
a Marianne von Willemer. ¿Cuántas estéticas
tiene un romance? ¿Cuántos romances
no tienen estética? ¿Cuántas estéticas
se pueden hacer sobre un romance y un poema?
El otoño pero hizo enamorarme de un árbol y decir
este poema. Es un amor
que puedo digerir como infusión o solo
contemplar. Su nombre
no es su nombre. Es la fallida transcripción
de otro alemán en Japón allá por el 1700. Escribió
ginkgo seguramente del nipón kanji. Árbol plateado
es la traducción china de yin xing. Biloba
es el maquillaje latino de Carlos Linneo. Significa
dos hojas. En Weimar se fundó un museo
sobre esta especie. No sé. Ese ejemplar
ya tiene trescientos años. Según dicen
más que un árbol es un fósil
prehistórico. El ser vivo más antiguo
de todos los tiempos hoy.
Goethe murió. Marianne también.
Y con ellos su amor. Carlos Linneo murió
como murió el chino que por primera vez dijo
árbol plateado. Murió el pájaro
que devoró varias semillas de biloba
esparcidas sobre territorio oriental
alguna vez en la historia.
Como moriré yo de amor
por el gingko, morirá el director
del museo y el museo mismo morirá.
El ginkgo quedará por siempre
hasta que una ordenanza municipal
dictamine su amenaza ciudadana
o hasta el último rayo de sol
en el último impulso orbital del universo.


                     de "Turingia"

(Fuente: Espacio Murena)

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