Itinerario de la guita
Cuando comienza marzo y hay muchas cosas tristes,
como ser:
el frasco de colonia en la mesa del enfermo,
una adolescente sola un domingo a la tarde,
la sonrisa final del que baja los brazos,
entonces,
la guita se disfraza de berlina
y se va por las noches con postillón y auriga
a visitar las nupcias de los viejos,
el respeto del hombre a las farmacias,
un quiosco de hospital con escalón gastado.
Es entonces que trasciende a los dentistas
y después de convertir a un fiambrero en mariposa
viene hacia mí en la noche de cobalto,
cuando son las tres y cuarto de la noche
cuando siento el gotear de la canilla
cuando hay alguien que silba
cuando estoy tan jodido, tan triste, tan alegre
Entonces compro todos los ocasos,
compro un tedeum y un tílburi,
una veleta, un sábado,
un mariscal de campo que vende ballenitas,
una patrona en Berna a una pobre sirvienta,
una ojera a un poeta. Compro una medialuna,
una veleta a un gallo. Le regalo
la palabra a un poema.
Quiero seguir comprando
pero entonces,
la guita ya se va por la noche de cobalto
se va hacia su vieja casa lejana
y me deja una estela de nostalgia
como una carta de mujer leída muchas veces.
Y la llamo y me exalto y le grito podrida
quién te inventó,
seguro que alguna reina loca
o algún hitita bizco o un romano esgunfiado.
No te vayas.
¿No ves que están lejanas las estrellas?
Por ti pintan de azul los hospitales. No te vayas.
Ahí viene Witold con las llaves. No te vayas.
Pero la guita se va en la noche vacía
cuando comienza marzo y hay muchas cosas tristes
como ser
el espejo
cuando son las tres y cuarto y yo no duermo
cuando escucho el gotear de la canilla
cuando estoy tan jodido, tan triste, tan alegre.
*****
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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