Respeto por los símbolos, a los muchachos de Trelew
Ese famoso día en que empezó a caminar solo
conoció al salir a la calle sin tener nada en la mano
y su pensamiento era una pluma al viento
se apoyaba en los buzones, pedía fuego.
Ese rincón no le gustaba, seguía por una avenida,
en la primera cortada brotaba su propia manifestación.
Se la atacaron a pesar de haber nacido como un dolor individual
negado el poder separarse de su mundo social y una bandera
como siempre perdida y la levantaba más alta para que se viera,
pero se corría para reorganizar las fuerzas;
la usó de frazada para sus hijos.
Ese mismo día, otro similar, tuvo siempre compañía.
La calle ya lo conocía y estaba ocupado,
pesaba como un plomo con su pensamiento
cambiaba de lugar en las esquinas,
ponía dentro de los buzones
el clásico adiós vida me voy estoy contento de mí.
Un día más y la ciudad estaba desconocida
el suelo pisoteado, escudos rajados en los sitios duros
los mástiles servirían para la planta de tomates
añorando sus manos vacías.
Volveré a mí buzón y a mí negrita
a mí dulce tristeza llena de conflictos
si me sacan el pelotón de fusilamiento
ahí adelante.
En La pasión sin Mateo, Ediciones Gente de Bs As, 1976.
(Fuente: Ariel Montesinos)
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