TARDE
La luz de la luna se derrama
sin piedad, da igual
cuántos hayan muerto
bajo los árboles.
El río sigue su curso.
Allí siempre reinará
el silencio, da igual
el tiempo que alguien
haya llorado contra
la pared de una casa.
los antebrazos desnudos presionando
las tablas.
Todo termina,
incluidas las penas, incluido el dolor.
Los cisnes se dejan llevar por la corriente.
Las cañas soportan el peso
de sus emplumadas cabezas.
Los guijarros se hacen más pequeños
y lisos bajo las ásperas
corrientes de la noche. Caminamos
largas distancias, cargando
con nuestras maletas, nuestros bultos.
El peso de las ofrendas.
Sabemos que la tierra
desaparece bajo
el mar, las islas son tragadas
igual que peces prehistóricos.
Sabemos que estamos condenados,
perdidos, maldecidos, y sin embargo
la luz nos alcanza, cae
sobre nuestros hombros aun ahora,
aun aquí donde la luna
se oculta para nosotros, aun cuando
las estrellas están tan lejos.
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en "Poetas norteamericanos en dos siglos", volumen II, ed. y trad. Jonio González, Ediciones En Danza, Buenos Aires, 2021,
(Fuente: Jonio González)
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