Carlos de Soussens
No habíamos hablado dos veces en la vida.
La noche que supimos la muerte de Darío
te encontré en el café de Perú y Avenida,
y esa noche rodó tu llanto con el mío.
Y caminamos juntos por la ciudad dormida,
bajo el cielo de estrellas calientes del estío.
Ya venía la luz por el lado del Río
cuando te dejé solo en la hora perdida.
Despertaba en carritos el alba bulliciosa
y el fondo de la calle era un telón de rosa.
Me volví para verte, deja que lo recuerde:
los pantalones flojos, las piernas vacilantes,
y en las manos nerviosas el bastón y los guantes.
El sol manchaba de oro tu viejo chaqué verde.
En Las cien mejores poesías de Fernández Moreno *, selección y prólogo de César Fernández Moreno, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1961
Foto: Baldomero Fernández Moreno en 1941 (Editorial Universitaria de Buenos Aires)
* El poeta y crítico César Fernández Moreno dividió esta antología de los poemas de su padre en tres secciones, siguiendo el orden cronológico. El poema al poeta Charles de Soussens (Friburgo, Suiza, 1865-Buenos Aires, 1927) es de la segunda etapa, que César ubica entre 1924 y 1937 y cuyas características enumera: "Utilización con sentido actual de las formas poéticas clásicas, incorporación de temas de la experiencia urbana superior y de la cultura general, enriquecimiento del idioma, cierto barroquismo en el pensamiento y la expresión". La figura de Soussens, querible temulento a quien José Ingenieros llamaba, con doble sentido, "el ginebrino", podría representar la elegía a una época terminada, la de la bohemia modernista que prolongarían un poco más las vanguardias de los años veinte. De Soussens participó de la revolución del Parque (1890), promovida por la Unión Cívica Radical, y revistó como periodista en La Nación y Caras y Caretas. No publicó obra en vida. Prometía reunir todos sus poemas en un libro que se titularía Castillo lírico. (Nota del Administrador)
(Fuente: Campo de maniobras)
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