DOS POEMAS DE UNA BODA EN EL INFIERNO
COMPAÑÍA CRISTAL MILAGROSO
Pesado espejo que es cargado
y cruza la calle,
me inclino ante ti
y ante todo lo reflejado en ti,
momentáneamente
y nunca del mismo modo:
En esta calle con su cielo rosáceo,
flanqueada por edificios grises
hay un perro solitario,
niños en patines,
una mujer comprando flores,
y alguien que parece perdido.
Frente a ti, espejo enmarcado en oro,
que eres cargado al otro lado de la calle
por alguien que ni siquiera puedo ver,
y ante quien también me inclino.
―――――――――――
LLEGADA TARDÍA
Aquí estaba ya el mundo
sereno en su otredad.
Sólo te supuso llegar
en el tren de la tarde
adonde nadie te esperaba.
A un pueblo que nadie recordaba
y en el que te perdiste
por su monotonía
mientras buscabas un lugar para quedarte
en el laberinto de calles idénticas.
Fue entonces cuando escuchaste,
como si fuera la primera vez,
el sonido de tus propios pasos
al cruzar junto al reloj de la iglesia,
que se detuvo en ese momento al igual que tú hiciste
en la esquina entre dos calles
vacías por el calor del sol,
fueron dos destellos de lo eterno
sobre los que reflexionaste
antes de reanudar tu caminata.
Charles Simic
Una boda en el infierno
Traducción de Nieves García Prados y Javier Gutiérrez Lozano
Valparaíso Ediciones
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
No hay comentarios:
Publicar un comentario