sábado, 31 de diciembre de 2022

Naomi Shihab Nye (EEUU, 1952)

 

Quemar el año viejo

 


Las cartas se tragan a sí mismas en segundos.

Notitas que los amigos ataron al picaporte,

papel de un rojo escarlata transparente,

crepitan como alas de polillas,

se unen con el aire.


Tantas cosas de cualquier año son inflamables:

listas de verduras, pedazos de poemas.

Lla llama anaranjada de los días viborea:

tan pocas cosas son una piedra.


Donde había algo y de repente no,

grita una ausencia, festeja, deja un lugar.

Vuelvo a empezar con los números más chicos.


Danza rápida, revoltijo de piedras y hojas,

sólo lo que no hice

sigue chisporroteando cuando se muere el fuego.

 

 

Traducción de Ezequiel Zaidenwerg


Azucena Salpeter (Formosa, Argentina, 1942)

 



JAMAS VISITÉ EL CIELO      




Leo a W. Szymorska, E. Dickinson, Italo Calvino 
leo soror no dejo de buscarte 
en el tetragrammaton, en el diario formoseño 
en las matemáticas del reloj de Chagall 
vos te aparecés en todo lo que leo 
en todo lo que escribo 
me lavás la cara 
me masajeás los pies 
con manos de albañil 
levanto la mirada como quien va a rezar 
y ya no estás 
ni en la nieve ni en los 70 vientos de la rosa 
no estás en el uróboros 
no sé si sos un invento mío
como quien va a un museo
y cuelga mentalmente sus propios frescos
o una puntada en alguna parte
fulgor
que no sé precisar
espumo el hueso en la olla negra
jamás visité el cielo
jamás preparé borsch.
 



ESCRIBIR NO SIGNIFICA NADA




ni siquiera hervir arroz
las palomas mensajeras
no se desangran
no cantan como E. Piaf
apenas se sacuden los piojos del mensaje
no necesitan zapatos
ni cuadernos
en las afueras no se rinden cuentas
las palomas
de vez en cuando brindan
brindar es un extrañamiento
como alivianar el lunes de las puertas
las palomas mensajeras
andan a tontas y a ciegas
igual que la bocaza de Amstrong
son celestes como un diente
tan rojo
por Dios
 



EMILY DICKINSON APENAS A DOS CUADRAS



Cada vez que compro fideos
me espera en la caja
después caminamos dos cuadras
es una perra atolondrada
flaca y vieja igual que yo
le tiemblan las patas
tose
le falta el aire
me lame los pies
y también tiene alas
se llama Emily
creo que es una lírida en desconcierto
cuando me observa con la lengua afuera
no sé qué hacer
nadie sabe
de dónde vienen estas perras escritas
por qué retozan y se agitan
con los ojos en alto
cada uno con dos soles torrenciales
cuatro lunas
diez mil maíces de un cielo dentro del hierro de otro cielo
menos aún se sabe
si son plegarias o confesiones
los fogonazos en las costillas
pero Emily tiene un mapa
y nos extraviamos
no demos más vueltas Emily
ya es tarde
nunca acaba de amanecer
y perdimos la bolsita de los fideos
vení contame
Emily me corrige las orejas
me levanta la tapa de los sesos
al fin nos entendemos
vamos a la casa transparente
el infinito del poema
no está lejos
apenas a dos cuadras del supermercado.



poesía argentina

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(Fuente: El Poeta Ocasional)

Patricio Rodríguez Graham (Buenos Aires, 1971)

 

De "La leche derramada"




 
 
Borzuk es el nombre del sastre de mi barrio
el que murió hace tiempo 
y su mujer mira desde la ventana
el tránsito diario de la calle
Es el nombre de un fulano Borzuk
que saca fotos
a moteles grises del medio oeste de un país
y las guarda en cajas de cartón
Borzuk es el nombre del teniente ruso
en un bosque de fresnos y otros árboles
que hunde las botas en la nieve 
blanda
sucia
uno a uno a soldados polacos
en fila
con ojos cerrados
les dispara en la nuca
olmos
robles
¿has visto mujer del sastre
alguna vez
transitar el mar rojo por la nieve 
ajustar su cauce a los pliegues de baldosa
teñir la tierra que chupa la sangre del cordero?
Borzuk es el nombre de un viajante
con área asignada
al sur del Colorado a la pampa
de polvo
de pueblos
que se deshilachan y compran cafeteras
en la ruta el viajante en la loma 
al costado de la franja de asfalto los guanacos
Borzuk soy en el motel de Omaha
con su kodak
en el bosque que transpira
tilos
los pasajeros soy
los muertos polacos
la mujer del zeide
que mira Aráoz y que sonríe
los animales de la estepa soy junto a la ruta
¿has visto mujer del sastre hembra vieja 
alguna vez 
la verdad en tus ruleros
en los botones partidos
en los retazos que te inundan y te ahogan
en los puños gastados
en los peatones ciegos que pisan la vereda
alguna vez la cara de tu hombre en los zapatos
de los oficinistas de las cajeras?
Borzuk soy el sastre de tu barrio
el fotógrafo
el teniente letal 
el viajante soy Borzuk soy
en voz baja pregunto
mañana
quién va a llevar mi nombre


*

colgadas de una rama la más larga 
crecida horizontal al limón árbol   
del patio suburbano 
duermen cabeza abajo 
como murciélagos 
las cosas que soñaste 
las arquitecturas 
el horizonte largo 
las mujeres urbanas que crecen
en los árboles
colgadas de una rama
revoluciones limón cabeza abajo 
como murciélagos
 
 


La leche derramada
,
Tren Instantáneo,
Buenos Aires, 2022










Tren Instantáneo/Facebook - Hablar de Poesía 

Foto: María Lefebvre/Tren Instantáneo
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Idea Vilariño (Uruguay, 1920-2009) 

 

Quiero morir...

 


 
 
 
 
Quiero morir. No quiero oír ya más campanas.
La noche se deshace, el silencio se agrieta.
Si ahora un coro sombrío en un bajo imposible,
si un órgano imposible descendiera hasta donde.

Quiero morir, y entonces me grita estás muriendo,
quiero cerrar los ojos porque estoy tan cansada.
Si no hay una mirada ni un don que me sostengan,
si se vuelven, si toman, qué espero de la noche.

Quiero morir ahora que se hielan las flores,
que en vano se fatigan las calladas estrellas,
que el reloj detenido no atormenta el silencio.

Quiero morir. No muero.

No me muero. Tal vez
tantos, tantos derrumbes, tantas muertes, tal vez,
tanto olvido, rechazos,
tantos dioses que huyeron con palabras queridas
no me dejan morir definitivamente.
 
 
 

Idea Vilariño, incluido en Poetas latinoamericanas. Antología crítica  (Escuela de Estudios Literarios, Universidad del Valle, Colombia, 2009, selecc. de Carmiña Navia Velasco).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

Naomi Shihab Nye (St. Louis, Misuri, EUA, 1952)

 

QUEMANDO EL AÑO VIEJO

 
Cartas que se tragan a sí mismas en segundos.
Postales de amigos atadas al picaporte,
papel escarlata transparente,
chisporroteando como alas de polillas
se casan con el aire.
 
Tanto de cualquier año es inflamable,
listas de plantas, poemas sin terminar.
Anaranjada llama de los días que gira como un remolino,
es tan poco una piedra.
 
Donde había algo y de pronto no hay nada,
una ausencia grita, festeja, deja un hueco.
Empiezo de nuevo por los números más pequeños.
 
Danza rápida, mezcla de pérdidas y hojas,
sólo las cosas que no hice
crujen después de que el fuego se apaga.
 
 
 
 
_________________
en "Words Under the Words: Selected Poems", Far Corner Books, Portland, 1995. Versión de Jonio González. 
 
 
 

BURNING THE OLD YEAR
 

Letters swallow themselves in seconds.
Notes friends tied to the doorknob,
transparent scarlet paper,
sizzle like moth wings,
marry the air.
 
So much of any year is flammable,
lists of vegetables, partial poems.
Orange swirling flame of days,
so little is a stone.
 
Where there was something and suddenly isn’t,
an absence shouts, celebrates, leaves a space.
I begin again with the smallest numbers.
 
Quick dance, shuffle of losses and leaves,
only the things I didn’t do
crackle after the blazing dies.
 
 
(Fuente: Jonio González)


 

viernes, 30 de diciembre de 2022

Robert Bringhurst (Los Ángeles, California, EEUU, 1946)

 

Parábola de las arpas

 

Amor, en el tambor del corazón

hay cascos de caballos: el caballo

muscular, el caballo de los huesos.


En la flauta del hueso están las voces

de los peces: los peces del estómago,

los peces de los dedos y las extremidades.


Amor, en el arroyo de las extremidades

nadamos con los peces y vadeamos

montados a un caballo que echa espuma.


Amor, en esta cama repleta de caballos

y de peces, les traigo a los cuencos sonoros

de tus pechos las arpas de mis manos.

 

 

    Traducción:  Ezequiel Zaidenwerg



Joan Margarit (Cataluña, España, 1938 - 2021)

 

 

UN POEMA DE JOANA

 




Riera Pahissa


[…] why abandon a belief

merely because it ceases to be true?

ROBERT FROST


Te dejaba a la entrada de la escuela,

ante la estrecha puerta de aquel muro

que, encerrando la huerta del convento,

seguía el cauce seco de la riera.

Por un pequeño puente de hierro con tablones

se cruzaba el barranco sobre el brillo

de algunos pocos charcos como lágrimas.

En la calle de tierra frente al puente

tenía su taller un marmolista:

nos recibía, bajo el polvo gris,

una hilera de piezas reclinadas

en la pared, como si fuese un zócalo.

Cruzabas, las muletas sonaban en las tablas

y, ya en la puerta, sin cruzar el muro,

te detenías para sonreírme.


Amaba aquel lugar desangelado:

su solidez fue, un día, espiritual

y, quizá, aquella era la evangélica

puerta estrecha de un mundo

más duro, pero más esperanzado.

Encima del cemento, en la baranda

de la calle de tierra, alguien cubierto

por el polvo de mármol del taller

dejaba pan mojado a los gorriones.

Nosotros nos parábamos a verlos:

no se asustaban, siempre bulliciosos

entre las migas sobre la baranda,

mientras el primer sol estructuraba el día.

La palabra feliz viene a mi mente

desde aquellas mañanas que, en el coche,

me quedaba aguardando hasta que tú

me decías adiós con una mano,

mientras la otra, con dificultad,

asía las muletas.


Tu despedida, ahora, es para siempre,

ya no podrás entrar ni salir nunca.

Aquella fe, ¿hoy debo abandonarla

sólo porque dejó de ser verdad?

¿No podré estar contigo sólo porque no estés?

Es invierno otra vez, comienza el día.

Por encima del muro del convento,

el sol ha enrojecido las más altas

de las ramas sin hojas de los plátanos.


Tengo presente un cuento de la infancia

en el que a una doncella la encerraban

tras un muro sin puertas, contra el que se estrelló

la desesperación del caballero.

Esto debe de ser lo que nunca he podido

mirar de frente, y me salva sólo

el suave sesgo de una luz pasada.


Te vi nacer: después, vivir radiante.

Quizá es porque te estoy viendo morir.

O quizá son más cosas: el aire claro y frío

de las mañanas mientras me hago viejo

levanta un muro sin ninguna puerta.

Un muro que ilumina

el sol de tu sonrisa ya sin rostro.




Joan Margarit

Joana


Fondo de Cultura Económica

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Eduardo Llanos Melussa (Chile, 1956)

 

ACLARACIÓN PRELIMINAR 

 

Si ser poeta significa poner cara de ensueño,
perpetrar recitales a vista y paciencia del público indefenso,
inflingirle poemas al crepúsculo y a los ojos de una amiga
de quién deseamos no precisamente sus ojos;
si ser poeta significa allegarse a mecenas de conducta sexual dudosa,
tomar té con galletas junto a señoras relativamente deseables todavia
y pontificar ante ellas sobre el amor y la paz
sin sentir ni el amor ni la paz en la caverna del pecho;
si ser poeta significa arrogarse una misión superior,
mendigar elogios a críticos que en el fondo de aborrece,
coludirse con los jurados en cada concurso
suplicar la inclusión en revistas y antologías del momento,
entonces, entonces, no quisiera ser poeta.
Pero si ser poeta significa sudar y defecar como todos los mortales,
contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra,
escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos,
no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón;
si ser poeta obliga a enterarse de que un Juan violó a su madre y a su propio hijo y que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio
de San Juan su remoto tocayo, entonces, bueno, podría ser poeta
y agregar algún suspiro a esta neblina.
 
 

(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

 

Jorge Montealegre (Chile, 1956)

 

ALTA POESIA
 

Todos los vecinos de mi barrio duermen siesta,
pero hay chicos que golpean la puerta fastidiando:
 
piden pan y no dejan
escribir los mejores versos sobre el hambre.
 
 

(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

Cristian Cottet (Chile, 1955)

 

SEÑALÉTICA 
 

Bienvenidos aquellos que
esperan la muerte y ríen
con entusiasmo de niño 
 
los sin manos los sin alma
aquellos que descansan
en la oreja que les falta 
 
los ciegos para que expliquen
cómo se ve sin ser visto
 
bienvenidos los sin cama
los sin ventanas ni puertas
los que aún respiran y saben
cosas mundanas y cotidianas
pero sufren
 
los no queridos por nadie
 
 
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)
 
 
 


Héctor Giuliano (Piamonte, Italia, 1947)

 

Mi vieja
repetía:
"padres pueden
haber varios,
madre una sola".
Y yo nací
eclipsado
en esa batalla.
 
Y ella decía:
"a raudales y caudales,
perpetuas mis marchas
a Génova
recogían harina de aguaribay
durante la guerra".
Yo no contestaba
como huevo pasado por agua
en ocasión de mares
y peces voladores
mientras el "Paolo Toscanelli"
surcaba las borrascas ecuatoriales.
 
"Tus tíos murieron en Rusia,
la Civil en Teruel,
uno en Bremen
y otro de tifo petequiale
y otros emasculados
por guerreros en Abisinia,
menos Michele que fue partisano
y recibió una bala perdida".
Y yo me pertrechaba
desterrado
en esa caducidad
que burla la frontera
que no hay.
 
Entre primos y cuñados,
sobrinos , carteros,
bebés que se hacían caca
y nadie los aseaba,
destripaterrones,
apicultores,
un alcaide de camposanto,
buzos, linyeras,
perros, gallinas y conocidos
e hijas de cavilar;
a escasos cuatro años
de su undécimo matrimonio
yo me arrugaba
tal pie forrado en salmuera,
y por los techos
y en la profundidad que tridimensiona
hurgando el barro y la montaña,
y la nieve
propiciaba agua de tofana
para el garguero
de tanta paternidad
que se extraviaba por ahí,
sin causa consecuente,
verdad de todos conocida. 
 
 

- Inédito-

 

Shinjiro Kurahara (蔵原 伸二郎, Aso, Japón, 1899-Tokio, Japón, 1965)

 

IMÁGENES DE AYER 

 

Una mantis religiosa en el borde de la inconsciencia
alza sus hachas por encima del horizonte,
mira hacia las nubes que pasan,
se aferra a la punta de una hoja seca de hierba
y se balancea con ella.
En sus vidriosos ojos azules se refleja
el resplandor crepuscular del horizonte,
motas de un azul,
y cardos que tiemblan a lo lejos.
Representan el ayer como fue.
 
 
 
______________________
de "Iwana", Dowaya, Tokio, 1964, 2010. Trad. del japonés al inglés, Mariko Kurahara, William I. Elliott y Katsumasa Nishihara en Poetry International. Trad. del inglés al castellano, Jonio González. 
 
 
 

YESTERDAY'S IMAGES

 
A praying mantis on the edge of unconsciousness
raising its axes above the horizon,
gazes at the running clouds,
clings to the tip of a dry grass blade
and sways with it.
On its glassy blue eyes are reflected
the horizon in the afterglow,
speckles of a blue,
and thistles trembling in the distance.
Those are yesterday as it was.
 
 

昨日の映像
意識を失いかけたカマキリは
斧を地平線の上に ふりあげたまま
走る雲を ながめたまま
枯草のてっぺんにしがみついたまま
枯草がゆれるとカマキリもゆれる
その青ガラスの瞳に映っているのは
残照にかがやく地平線
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Daniel Antonio Arella (poeta venezolano, nacido en Caracas, 1988, creció en Mérida, vive en Bogotá)

 

 

En el camino del bosque
 
 

Estoy solo como la lágrima más pura del corazón.
La vía de un poeta errante solitario entre el bosque.
Santidad para mi alma
Azul despierto su conmoción entre las astromelias,
el frenesí del aire entre los pinos.
Toda la luz del cielo cabe en tu sonrisa.
Si ella no te sentiría desapareces
entre las hortensias
violentado por la sagrada imagen.
Mis lágrimas son nubes,
existe un cielo entre las aguas,
un cielo violeta que me sostiene.
 
Hablan por mí los espíritus del agua?
La luna entra en mi párpado
y sale por el otro
cociendo con su hilo las alucinaciones
El latido de la silaba
es más que un corazón de héroe
Ahora no puedo hablar, estoy sanando.
Ahora habla el poeta,
el indivisible,
labrado entre las peñas,
afilado por el cedro que se precipita
con todo el rocío púrpura
 
No sé lo diré a nadie,
el árbol me ha perdonado
con savia en su sangre,
con el rumor del viento
que me enseña a hablar con las serpientes.
 
Los escarabajos traen mensajes,
en su lentitud Dios predice el silencio perfecto y oscuro que esconden los toros entre las madreselvas,
con sus manchas como atlas y océanos.
 
Dicha por delante en el camino hacia el bosque, belleza hacia los lados en el camino del bosque,
fortuna y sabiduría del dharma, dame el poema santo de los 7 pétalos,
Sendero de oir
alegría del vacío
bendecidas orillas del musgo, dame
el canto del colibrí
en la rama más alta del prado
es todo lo que tengo.
( El amor incomprendido se oscurece
en el vértice de más constelaciones) 
 
Bajo con toda mi fe a desenterrar las luciérnagas,
liberarlas del sueño del río,
decirles que son estrellas con vientre,
que las amo.
 
 
( del libro inédito Y.E.U.A.D.H.U.P)

 

Maurizio Medo (Lima, Perú, 1965)

 

 

(alrededor de una gardenia, penúltimo día del 2022, mientras preparo el almuerzo esperando que llueva)

 

 
Dicen que, en la ciudad, salvo por el
débil furor del orgullo cívico, la espiral
inflacionaria, y unas pocas palabras
importantes, después del Big Bang,
el universo nunca fue complicado.
No ocurrió nada interesante en
13 000 millones de años. Lo que existe
es posible sobre la base de una serie de
ausencias que evocan lo que no ha sucedido
con tal de legitimar la esperanza.
—Habría que reconstruir los lugares
turísticos y volverlos más sostenibles
—me interrumpieron. La vecina
salió en camisa de dormir a tender
en el cordel los calzoncillos del marido,
después de llevarlos delicadamente,
como quien porta consigo una reliquia.
Ella me mira con cierta hostilidad. Le devuelvo
el gesto, igual de punitivo, pero pensando
en qué capullos florearan de acuerdo con
el umbral de riego. Hay una gardenia crecida
al improviso. Creímos que brotaría un molle,
aunque nos cueste admitirlo, nos faltó un río
y faenar bien los rebaños en el terreno que
ahora sobrevuelan los drones. Debían ser pájaros.
No lo son. Un dron produce 75 decibeles de sonido
y accede a nuestras vidas secretas. Mientras
la hierba crece cuesta arriba, en la otra acera
un antiguo deportista camina después de jubilarse
pensando que, salvo por la señal de extremaunción,
ya no le ocurrirá nada. Tal vez por eso olvidó
sus extraños zapatos de baile sobre una nota
al pie de otra versión de la leyenda, donde
se rumora que él y la vecina tuvieron
un romance, sin saber bien cómo atenuar
la deshonra después de tal apostasía.
Aunque el rumor no pudo confirmarse,
hoy las noticias son más fugaces que
nosotros, no solo las de Snowden,
los vientos de equinoccio, el sub linaje
Q.1.1, las Kardashian o incluso aquellas
sobre el clan Baybasin, en otra telenovela.
En la internet también funciona así, los datos
duran apenas unos cuantos minutos antes de
desaparecer, aplastados por una vertiginosa
marea de nuevos estímulos donde «todo es
posible» para la paulatina cancelación del futuro.
Tampoco se pudo corroborar la idea que corcovaba
menguante alrededor de la zánora, no era un río,
al momento de encender el cortacésped, el tiempo
suficiente para imaginar un pantoum, esa forma
de verso malayo que un día usurparon los franceses.
Aunque la idea amagara, no la recuerdo. Quizá fue
sobrestimada, sin un lugar, como el que ahora
ocupan los árboles y los edificios.
La mitología se acerca más a lo que estoy
pensando, podría confesarlo también frente
al visor de una Cámara Gesell, sin la menor
emoción, pero lejos del mindfulness,
el feng shui, las terapias de familia,
y también de una ciudad
que ya no recuerdo. 
 
Entonces los perros comenzaron a ladrar.
 
Yo solo soy un hombre que riega, no
como Ámpelo, peor que otro cualquiera,
en tanto cumplo con las horas de dictado
en medio de otras tareas planeadas antes
de que el metabolismo del tiempo, debido
al modo en que vino aconteciendo, me
imponga otra velocidad al enfrentar a su
antítesis cada vez que miramos hacia atrás.
—Desde el anonimato medieval los textos
no constituían bienes, eran acciones. Debía
decirles, con tal de aclarar después, que
aunque la «escritura» plantee establecer
fronteras, después las trasgrede. «Escritura»
es un tipo de expresión que, como en ciertos
relatos de ciencia ficción, va asumiendo
significados diferentes. Es un destiempo,
en un presente que no es el de todos.
Entre los chuukeses robar está permitido.
Es una muestra de poder. El de un escrito
es quedarse sin palabras, después de haberse
reapropiado de todas las que habíamos perdido,
siendo capaz de registrar esa pérdida como
otra noción de la realidad o un nuevo flujo
de conciencia, y no como el centro de atracción
en un nicho rentable, y solo por la corazonada
de que alguien precisa encontrar esa oferta.
Quizá durante un desayuno, una vez que
las noticias de la Tierra le hagan comprender
que no tendrá otro planeta con qué rezar a un
santo. Ahora que el homo sapiens es solo un
algoritmo obsoleto, yo debería concentrar
toda mi atención en atender la gardenia, y no
a quienes se aparecen en clase como objetos
de su propia publicidad, con la experiencia
expropiada para el disfrute de las redes sociales
dentro de un auditorio que no consigue verse
a sí mismo, por ello me es imposible comentar
allí algo de lo que estoy escribiendo, no sin el socorro
de un doble, contratado para las escenas de peligro,
especialmente para aquellas que devienen desde
una voz interior, que nadie se atreve
a reconocer como un Yo. 
 
—La gardenia es una planta arbustiva.
Sus flores crecen en el ápice de las ramas
bajo el aroma de la lluvia en un jardín que
no existirá hasta la primavera próxima.
 
¿Importa quién habla? 
 
La pedicurista se imagina como la maestra
de futuros astronautas en un lugar donde
Dios puede estar disponible; el vecino con
una kufiya en la celebración del FanFest;
y ella en redimir el romance en una
habitación ninfoléptica
Ninguno podrá ser escuchado.
Afuera el negocio tiene que ver
con el mundo onírico de un grupo
de turistas con camisas hawaianas;
equipos de póker seleccionados por
la I.A para el programa Artemis;
la subasta de una foto en miles
de tokens no fungibles.
 
El futuro distrae, jamás advierte.
 
Cuando Clyde Barrow insistió en cantar
Siboney en la prisión de Eastham,
Bonnie Parker pudo decir: «un día de estos,
caerán codo con codo». 
 
—Yo soy Nadie —gritó Ulises salvándose de ser devorado.
 
Las sirenas eran un rumor.
 
No fueron otra cosa que canto.
 
***

 

Robert Desnos (París, 1900 - Campo de concentración de Theresienstadt, 1945)

 

 

La voz

 

Tan semejante a la flor y a la corriente de aire
al curso del agua a las sombras pasajeras
a la sonrisa vislumbrada aquella famosa noche a medianoche
tan semejante a toda la felicidad y a la tristeza
es la medianoche pasada alzando su torso desnudo por encima de las torres
y de los álamos 
 
llamo a mí a los perdidos en los campos
los viejos cadáveres los viejos robles talados
los jirones de tela pudriéndose sobre la tierra y la ropa secándose
a los alrededores de las granjas 
 
llamo a mí a los tornados y a los huracanes
las tempestades los tifones los ciclones
los maremotos
los temblores de tierra 
 
llamo a mí al humo de los volcanes y al de los cigarrillos
a los círculos de humo de los puros de lujo
llamo a mí a los amores y los enamorados
llamo a mí a los vivientes y a los muertos
llamo a mí a los sepultureros llamo a los asesinos
llamo a los verdugos llamo a los pilotos los albañiles los arquitectos
a los asesinos 
 
llamo a la carne
llamo a la que amo
llamo a la que amo
llamo a la que amo 
 
la medianoche triunfante despliega sus alas de satén y se posa sobre mi lecho
las torres y los álamos se pliegan a mi deseo
aquellos se derrumban aquellos se desploman
los perdidos en el campo se reencuentran al encontrarme
los viejos cadáveres resucitan por mi voz
los jóvenes robles talados se cubren de verdor
los viejos jirones de tela pudriéndose en la tierra y sobre la tierra crujen
por mi voz como el estandarte de la revuelta
la ropa secándose en los alrededores de la granja viste adorables mujeres
que no adoro
que vienen a mí
obedecen a mi voz y me adoran 
 
los tornados giran en mi boca
los huracanes enrojecen si pueden mis labios
las tempestades rugen a mis pies
los tifones si es posible me despeinan
recibo los besos de embriaguez de los ciclones
los maremotos vienen a morir a mis pies
los temblores de tierra no me estremecen pero hacen que todo se desplome
a una orden mía
el humo de los volcanes me viste con sus vapores
y el de los cigarrillos me perfuma
y los círculos de humo de los puros me coronan 
 
los amores y el amor tan largo tiempo perseguidos se refugian en mí
los enamorados escuchan mi voz
los vivientes y los muertos se someten y me saludan
los primeros con frialdad los segundos con familiaridad
los sepultureros abandonan las tumbas apenas cavadas y declaran que sólo yo
puedo mandar los nocturnos trabajos
los asesinos me saludan
los verdugos invocan la revolución
invocan mi voz
invocan mi nombre
los pilotos se guían por mis ojos
los albañiles sienten vértigo al escucharme
los arquitectos parten hacia el desierto
los asesinos me bendicen
la carne palpita a mi llamado
la que amo no me escucha
la que amo no me entiende
la que amo no me responde
 
 
 
(traducción: Ruben Reches)
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

Roberto Themis Speroni (La Plata, Argentina, 1922-City Bell, Argentina, 1967)

 

Elegía N




 
 
 
Botánica de amor, tus arboledas,
las hamacas de oro, los helechos,
las hojas de tu frente, tantas hojas,
tuyas de verde trémulo. La pulpa,
la noche, con sus bornes de diamante.
El ruido de los ojos. Esa puerta
cerrada desde abril. Un perro frío;
el error de la música moviendo
tantas habitaciones, tanto espacio
de sollozo interior. Amabas limpia.
Convencida de amor entre las cosas
de enlace cotidiano; no importaban
los días pulmonares, los volantes
cajones del invierno.
Sola, sola,
botánica inaudita, flor ilustre,
aristócrata dulce de la lluvia
mirando desde el último conflicto,
desde el último pájaro. Y los meses.
Y la ciudad crujiendo lejos de ti,
sudando como un muerto envuelto en lana,
paralítica, triste.
No despiertes.
Aquí soy un alambre de cianuro,
Un eléctrico enfermo que vigila,
ulcerado, comido por el tiempo,
mientras me inyectan agua de tu sombra,
luz de tu corazón, perdido siempre.
 

"Elegías alfabéticas", Poesía completa, ed. Ana Emilia Lahitte, 1975

 Naranjos de fascinante música: poesía de amor en La Plata, Libros de la Talita Dorada, 2003. La Talita Dorada. Boletín de Poesía y Literatura, año 1, número 2, diciembre de 2022


Foto: El Día, La Plata
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Diane Di Prima (Nueva York, EEUU, 1934-San Francisco, EEUU, 2020)

 

¿DIREMOS QUE LAS CALLES...?

 

 
¿Diremos que las calles estaban sembradas
de restos de comida
hojas secas, desechos de plástico & papel
 
Recordaremos a las putas medio locas
que por ellas caminaban
Ojos negros como Egipto: al-Khem
la mujer
de aquella Noche?
 
¿Nos acordaremos
de las lunas menguantes de ese tiempo
de su desesperación
de la desesperanza del viento
que salió volando del Centro Muerto hacia su
objetivo en nuestros corazones
 
Ocultaremos las duras caparazones
de nuestras manos
las pezuñas tendidas para pedir
muy juntas
para retener lo que corre como arena?
 
¿Seremos capaces de nombrar los esqueletos
de avestruces & paquidermos
 
¿Quién recordará la desolación de esta época?
¿Quién se acordará de ella, más tarde?
 
 
________________
en "Loba. Parts I-VIII", Wingbow Press, Oakland, CA, 1978. Versión de Jonio González. 
 
 
 

SHALL WE SAY THAT THE STREETS...?

 

 
Shall we say that the streets were littered
w/ half-eaten food
dry leaves, debris of plastic & paper
 
Shall we remember the half-mad whores
who walked on them
Eyes black as Egypt: al-Khem
the women
of that night?
 
Shall we
recall the quarter moons of that era
their desperation
the hopelessness of the wind
that flew out of Dead Center to its
target in our hearts
 
What shall we keep of the hard shells
of our hands
the cloven claws held out to beg
held close
to keep what ran like sand?
 
Shall we able to name the skeletons
ostrich & pachyderm
 
Who will remember the bleakness of this time?
Who will recall it, later?
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Carlos Oquendo de Amat (Perú, 1905-1936) 

 

Poema de la niña y la flor

 


 
 
 
 
 
Sostengo dulcemente tu peso como brisa sobre una flor
bajará un ángel por tu forma la mañana suena las golondrinas en los árboles
como cuando se caía la sortija de tu voz en el patio
a la orilla de tu piel hay un canto crecido
doy vueltas a mi pregunta la geografía es sentimental
inmersa en el estanque se abre tu sonrisa repetida
la Torre Eiffel a tu lado flor geométrica para los poetas puros
 
 
 

Carlos Oquendo de Amat, incluido en Poesía surrealista en español (Éditions de la Sirène, París, 2002, ed, de Ángel Pariente).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986)

 

tres poemas













 

 

Ausencia



Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.

~
 

El enamorado


Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, 
lámparas y la línea de Durero, 
las nueve cifras y el cambiante cero, 
debo fingir que existen esas cosas. 

Debo fingir que en el pasado fueron 
Persépolis y Roma y que una arena 
sutil midió la suerte de la almena 
que los siglos de hierro deshicieron. 

Debo fingir las armas y la pira 
de la epopeya y los pesados mares 
que roen de la tierra los pilares. 

Debo fingir que hay otros. Es mentira. 
Sólo tú eres. Tú, mi desventura 
y mi ventura, inagotable y pura.

~
 
 

1964




Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. 
Ya no compartirás la clara luna 
ni los lentos jardines. Ya no hay una 
luna que no sea espejo del pasado, 

cristal de soledad, sol de agonías. 
Adiós las mutuas manos y las sienes 
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes 
la fiel memoria y los desiertos días. 

Nadie pierde (repites vanamente) 
sino lo que no tiene y no ha tenido 
nunca, pero no basta ser valiente 

para aprender el arte del olvido. 
Un símbolo, una rosa, te desgarra 
y te puede matar una guitarra. 

II 

Ya no seré feliz. Tal vez no importa. 
Hay tantas otras cosas en el mundo; 
un instante cualquiera es más profundo 
y diverso que el mar. La vida es corta 

y aunque las horas son tan largas, una 
oscura maravilla nos acecha, 
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha 
que nos libra del sol y de la luna 

y del amor. La dicha que me diste 
y me quitaste debe ser borrada; 
lo que era todo tiene que ser nada. 

Sólo que me queda el goce de estar triste, 
esa vana costumbre que me inclina 
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

***

 

(Fuente: La comparecencia infinita)


 

jueves, 29 de diciembre de 2022

Edith Södergran (Poeta finlandesa nacida en Rusia, 1892 - 1923)

 

Encontraste un alma

 
Sistemas solares
tuve que cruzar a pie
hasta encontrar el primer hilo
de mi traje rojo.
Ya puedo sentirme.
De algún lugar del espacio
cuelga mi corazón
despide chispas y agita el aire
hacia otros corazones desmedidos.
 
 
(Fuente: Liliana Hayat)

 

Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891 - 1967)

 

Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
 
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
 
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
 
Que cuando quieras decir: «Mi amor»,
digas: «Pescado frito»;
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
 
Que tu hombre te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
 
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.