PACIENCIA DEL CLAVADISTA
Los peces no sueñan,
son los seres más profundos del alma,
nadie puede tocarlos…
son los seres más profundos del alma,
nadie puede tocarlos…
Pasar del sueño al sueño del agua no es tarea de
un pez, sino del clavadista que salta y se sumerge. En silencio, sabe
que bajo sus pies descalzos se extiende un manantial de fábulas,
pero ignora que en la última sílaba del salto quien observa y
escucha romperse la quietud del agua es el verdadero alquimista de la
imagen. Por ese instante de vigilia donde el agua abre sus brazas y
es como un jardín sumergido, el clavadista salta y devuelve a la
distancia todo el aire que este día ha tomado.
Al hundirse en la piscina espera que al otro lado
de su asfixia, el sueño, como la superficie del agua, permanezca
intacto.
–A ORILLAS DE JUNIO, UNA PALMA
Sus raíces se afianzan
sobre rocas y arena.
Crece el tronco,
los anillos indican
la edad de los naufragios
y el tiempo en que las tortugas
ovarán de nuevo
bajo su sombra.
Las ramas dan frutos,
señalados
por la intermitencia
de lluviosas estaciones.
Frutos amarillos
cargados de un agua extraña, dulce;
mar adentro,
flotarían como boyas perdidas.
Durante los veranos,
el aire recio agita las ramas
y hace sonar las hojas
como si fueran parte del agua:
…..Mar de ramas azules, olas
…..que al chocar, de pronto, son verdes.
–
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