Caballo
¿Qué te da ese caballo que yo no pueda darte? Te miro cabalgar solo hasta el campo que hay detrás del tambo, las manos enterradas en las crines oscuras de la yegua. Entonces me doy cuenta de lo que oculta tu silencio: resentimiento, odio, hacia mí, hacia el matrimonio. Pero de todas formas me pedís que te toque: me lo pedís a gritos, como pide una novia; igual, cuando te miro veo que no cargás con un hijo en el cuerpo. ¿Qué llevás ahí, entonces? Pienso que nada. Solamente apuro por morir antes que yo. En un sueño, te vi montado en el caballo: cabalgabas entre los campos secos y después te bajaste del caballo: caminaban los dos; estaba oscuro y no tenían sombra. Yo sentí, sin embargo, que sus sombras venían hacia mí, porque a la noche pueden hacer lo que ellas quieran, son dueñas de sí mismas. Mirame. ¿Vos pensás que yo no entiendo? ¿Qué es ese animal, sino el pasaje fuera de esta vida?
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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