Voy a hacer unos versos sobre nada
Voy a hacer unos versos sobre nada no hablarán ni de mí ni de otra gente, ni del amor ni de la juventud ni ninguna otra cosa, sino que los habré compuesto en sueños encima de un caballo. No tengo idea de a qué hora nací, no soy alegre ni soy melancólico, no soy sociable ni tampoco huraño, ni puedo ser distinto, porque así me hechizaron cierta noche sobre una alta montaña. No puedo distinguir si estoy despierto o estoy dormido si no me lo dicen; y casi se me rompe el corazón por un dolor profundo; en rigor de verdad, me importa un bledo: se lo juro por Dios. Estoy enfermo y temo hallar la muerte; y sólo sé lo que escucho decir. Voy a elegir un médico al azar, no conozco a ninguno; si me cura, buen médico será, pero no si empeoro. Tengo amante, si bien no le conozco ni la cara, porque jamás la vi, y nunca me alegró ni me ofendió ni tampoco me importa; nunca invito a normandos ni franceses a quedarse en mi casa. Aunque jamás la vi, me enamoré; aunque no me hizo bien ni me hizo mal; si no la veo, me lo tomo en broma; no me importa un carajo: conozco a una más gentil y hermosa, que vale más que ella. Yo no sé si el lugar en donde vive está en una montaña o en el llano; no me atrevo a decir el mal que me hace, mejor me lo reservo; me pesa mucho que se quede aquí y por eso me voy. Ya están los versos, sobre quién no sé; ahora se los voy a enviar a alguien que por medio de otro va a mandarlos de mi parte a Poitiers, para que mande a vuelta de correo, la llave de su estuche.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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