viernes, 28 de abril de 2023

Ali Ahmad Said Esber (Siria, 1930)

 


Celebración de Beirut, 1982

 
El tiempo avanza
apoyado en un bastón de huesos de muertos.
El filo del insomnio
corta el cuello de la noche.
 
El sol parece decir a su claridad:
deslumbra mis ojos
para no ver.
 
El día teme al día,
la noche se oculta de la noche,
el sol se frota los ojos y suspira:
no puede creer lo que ve.
 
Gracias
al polvo que se mezcla con el humo
de los incendios y lo mitiga,
al intervalo entre bomba y bomba,
a las baldosas que no cesan
de sostener mis pasos.
 
Gracias a la roca que enseña paciencia.
 
Experimento la borrachera de las explosiones,
la embriaguez del ruido,
y disparo mi rostro
por el espacio de lo probable.
 
La luz se extinguió.
Encenderé el astro de mis sueños.
 
Tómame, amor
y abrázame.
 
(traducción: María Luisa Prieto)
 
 
 

Párrafos de una carta escrita un veintitrés de septiembre
 

Desde el insomnio escribo, desde una fosa negra como el asedio:
mi tinta es piedra, polvo las yemas de mis dedos.
 
Tú, amor, destino que me rodeas hasta aniquilarme,
apagar mi brillo, extinguir el día.
Mis pasos retroceden, un muro es mi retorno.
Palidez o escoria es cuanto reflejan mis pupilas.
 
Mi corazón es de piedra en tu alcoba oscura,
tu alcoba con una sola ventana y su cortina triste.
Mi corazón quiere huir de esa prisión, emprender el vuelo.
 
Mis huesos se prenden en tu pelo revuelto,
en tus senos de azucena, en la cintura de oro,
a la camisa abierta, a tus curvas, a tus dientes.
resumo cuanto puedo: la verdad es un atajo.
Pero quiero que sea nuestro amor embate de olas, fuego.
 
Mañana volveré del cautiverio,
de la cárcel de esta pasión adolescente
con la sangre ardorosa, sedienta, colmada de futuro.
No tropieza la vida en mis pasos, ni vacila:
hemos de cambiar este planeta, no hay otra salida.
 
 
(traducción: Federico Arbós)
 
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

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