Una dedicatoria
Hans, hay momentos en que la mente entera
se reduce a un par de ojos que rebalsan, o a unos labios
que se abren para beber del manantial profundo de una muerte
esa frescura que aún no tienen necesidad de entender.
Esos son los momentos, si es que ocurre, en que un ángel
se enfunda en la mente como un rey que se disfraza
de un pobre pastor de cabras, para ejercer la caridad.
Hay momentos en los que hablar se limita a apoyar la boca
con delicadeza y humildad sobre la palma de esa mano de ángel.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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