Cuatro poemas
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a veces
apilo mis cadáveres
les pongo flores en las comisuras
para que vuelvan
con el deseo intacto
a veces no me alcanza
la última cacería
lanzo feromonas
en los eclipses de luna
a veces maggie
en el tejado de cinc caliente
me quemo
rompo el espejo
luego no sé qué hacer con los pedazos
a veces no sé cuál es la guerra
que se libra dentro mío
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quien se quema con leche
mira la vaca y llora pero
las mujeres de mi familia
heredamos una piedra caliente
nunca supimos huir del temblor
aprendimos a sostener la casa
mientras los insectos merodeaban la fruta
y en los cajones las polillas hacían su minuciosa tarea
de derrumbe
las mujeres de mi familia
son intensas no saben deglutir bien
un picaflor les come la culpa
olvidan las llaves
guardan un cuchillo
por las dudas
amanezca nublado
una reserva de flores y lágrimas
las mujeres de mi familia
somos malas en matemáticas
nunca pudimos respetar una dieta
bailamos
como si el mundo fuera a apagarse
y no hubiera otra cosa
más que vértigo
y antiguos cantos de sirenas
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medio siglo no alcanzó para sosegar
mi animal
aún muerde la mano
del amo
porque una cumbia
no salvara al mundo
pero calienta
porque la poesía no salvará al mundo
pero casi
(no pienso abandonar esta fiesta)
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pelo papas con lentitud
mis dedos sostienen el cuchillo
van una y otra vez sobre la cáscara
aparece la carne
el tubérculo vulnerable
quito las manchas
hundo el filo
arranco ojos indeseables
desprovistas de su escudo
las sumerjo en agua helada
un baño frío antes del fuego
cortadas en gajos van al sartén
las miro mientras se hunden
una danza infernal hasta que toman color
se tornan crujientes
listas para dar placer a la boca
pelo papas con lentitud de quien hace una tarea delicada
aunque sea una comida que se devorará en minutos
soy cuidadosa
es importante saber lo que una deja entrar en su cuerpo
para alimentarlo
o dañarlo
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(Fuente: Oscar Vicente Conde)
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