miércoles, 1 de abril de 2020

Fabricio Estrada (Honduras, 1974)



Qué fronteras tiene lo que se mueve




                                    lo que vuelve
nada
                                lo que se marcha
nada
lo que se mueve y lleva las fronteras a cuestas
                                 lo que se agolpa
lo que empuja                             nada
frontera que tiene ojos
boca y latidos
que comen paisajes que come maizales
que comen sangre
con el otro estomago del hambre descrita
                                                en los manuales
del inversor del funcionario del policía del sacerdote apaciguador
los otros ojos del desvelo porque mañana se debe el impuesto de guerra
y hasta el voto y las patadas de la tropa frenética
                                                                     llevan
hasta el peluche que calma a la hija
                 la nana-himno silbada con la boca seca
las cornucopias mal atornilladas y sus frutos pútridos
la lluvia a la que disparan los soldados borrachos
                    van moviéndose como cardumen alevoso
para romper todas las redes con sus vocablos de pájaro nuevo
con su nube de comic sobre sus cabezas
para escribirles para colorear para imaginar
                                                      lo que dicen
mientras rompen cada pluma de aduana
y se beben de un solo trago el bloque de nieve de una bandera
que se derrite
que se vuelve abrigo en los desiertos
venda para torniquete luego de la mordida infecta de la bestia
cuando solo se ofrece la chaqueta de bronce de los próceres
la ostia solar en el horizonte de la misa
las ciudades que de lejos son cajas de munición
                                                  cajas de muertos
               cajas para meter la ropa en la mudanza
                            para acunar al pequeño Moisés
que no avanzará ni cuatro metros sobre el río
y que habrá que buscar entre el plástico del golfo
                                                                      llevan
todas las fronteras desmanteladas
y donde se detienen
fundan un país fácil de invadir
siempre con un nombre diferente con un rostro diferente
que se agolpa como un caballo hecho de pasaportes vencidos
de mochilas de tambos de agua de latas de sardina
y ni Casandra ni Lacoonte
ni Moctezuma
ni Elempira que jura por cada venado que salta como presagio
ni la baraja de la santera
por más qué se revuelva al derecho y al revés
sabrán que se hizo de pronto tanta gente desaparecida
que fue noticia hoy
y que mañana andará invisible entre el Arizona
y los bosques más fríos de Vermont.




(Fuente: Bitácora del Párvulo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario