LA COBARDÍA ES UN ASUNTO SERIO
Mientras lavaba un plato aprendí a llorar la ausencia,
la vi a los ojos fijamente, no tuve alternativa,
ni lugar para refugiarme.
El llanto hizo que detuviera
mi tarea de lavar los platos de la cena.
Yo misma fui otra llave de agua.
Tallé con una fibra
el recuerdo de mi abuelo muerto,
al que nunca he sabido llorarle.
Me encontré enjabonando la culpa
de haber llegado tarde a su velorio
y enjuagando esos días
en los que pensé que enterrábamos
al pariente lejano que no pesa.
Pero el miedo al dolor es más fuerte
siempre prefiero
ahogar en la rutina de las lágrimas
darle la vuelta a lo que duele,
para que no duela.
Como ahora que intento hablar de platos sucios,
para no enunciar ausencias o dolor o muerte
y prosigo la tarea de lavar estos platos,
porque para nombrar a mi abuelo
y decir al mismo tiempo que desapareció,
me hace falta ser valiente.
En: Cosas comunes
Ediciones Liliputienses
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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