RECUERDOS DE LA ÚLTIMA GUERRA
1
Este abandonado artefacto de guerra
disparaba alambradas
Podía, también, en ciertos casos
-hay que decirlo: impredecibles-
disparar alambradas de púas
Los conductores de estos aparatos de guerra
tenían que ser bizcos y
eran elegidos entre los hijos del pueblo
por un sorteo arreglado
El lanza-alambres
salió mal hecho de fábrica
-los tiempos de la guerra no siempre
forman matrimonios felices con la industria-
Viajaba inexorablemente en zigzag
¡La de conductores que perdieron la escasa
cordura que permiten las jornadas bélicas
tratando de hacerlos viajar en una línea
más o menos recta!
2
Enhebraron de apuro
sobre esta misma mesa
una lista acotada
de los errores de la humanidad
Algo ensombreció los horizontes
públicos y privados
con las mismas nubes
que acudieron en masa
desde el pasado
Hubo uno que corrió
con el puño alzado
en el que llevaba
una hecatombe
Quiso arrojársela
al alma de la historia
Algunos comieron el pan hasta la última miga
muchos panes se quemaron en el horno
Concluyeron que "humano" es demasiado
abarcativo
Y que había que buscarle un nombre
más adecuado.
3
Pasábamos por ciudades
que todavía se estaban derruyendo
Cuando caía un muro
(de la nada, porque se le acabó el equilibrio
o porque se desquició la mínima física
que los mantenía en pie)
asomaba el resto
de la boca desdentada
de lo que había sido el hogar de algunos
y ahora era un montaje delicado
de agujeros
y mamposterías quemadas,
de vigas convertidas en astillas
Justo cuando pasábamos por ahí
en nuestros carros de combate
o en nuestros camiones
¡uh, el cansancio de estos camiones!
¡inigualable!
También caían edificios
sin necesidad de nuevos bombardeos
por declive,
por decisión de la materia,
y una lluvia de shrapnel
caía torrencial sobre nosotros
de rocas, vidrios y hierros
así como anoche caía un granizo
rabioso sobre el campamento
cuando salimos a fumar
sabiendo que nos esperaban
los días
más extensos, largos
como el hilo que envuelve el mundo;
y que sólo disponíamos
de un cuerpo cada uno
raramente completo, por otra parte,
a íbamos confiados
a donárselo al destino
para que eligiera
entre nosotros,
mientras la voz de Dios
tronaba desde cañones invisibles
de largo alcance
y el zumbido de Dios
silbaba a través del aire
curvo
señalando el trayecto de los proyectiles
y ni siquiera mirábamos
hacia el cielo
- Tu Reino-
y seguimos caminando
entre el barro
y los escombros de la noche
sin hacerte caso, Señor,
ni el menor caso.
(Fuente: Idiomas olvidados)
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