LAMENTO
Me llaman y voy.
Es un camino helado
después de medianoche, una nevisca
atrapada
en los tiesos carriles.
Se abre la puerta.
Sonrío, entro y
me sacudo el frío.
Hay una mujer corpulenta
de costado en la cama.
Está enferma,
acaso vomitando,
acaso esforzándose
por dar a luz
su décimo hijo. ¡Alegría! ¡Alegría!
¡La noche es un cuarto
oscurecido para amantes;
a través de las persianas el sol
ha enviado una aguja dorada!
Le aparto el pelo de los ojos
y observo su dolor
compadeciéndome.
(Poemas, Wallace Stevens, William Carlos Williams, Robert Lowell. Versión y notas por Alberto Girri, Corregidor, Buenos Aires, 1982.)
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