Cabra Nuestra Solar
a Rafael José Álvarez y a
Francisco Emiro Durán
Las pezuñas punzándole el vientre,
el aire, el alma
Toda nervio y oído
Toda barro y espuma
Cabra nuestra solar
Mediodía intenso
Pura piel de intemperie
Suave pelambre Puro firmamento
Tiene sol en la ubre
Tiene un claro misterio en el idioma
Si la tierra retumba está soñando
Si huele a orégano seguro está pariendo
Cuando descansa siento su palabra
y cuando abre los ojos es de noche
Nuestra provincia guardas en tus sienes
Calor de tierra
Virgen de los pobres
Vino solar te corre por las venas
y tú aliento de bestia me atormenta
Me reconozco intacto en tu balido
Toda tu sal se hermana en mi garganta
En la forma del día te revelas perfecta
Serena arboleda Animal puro
Expresión casi humana de la tierra
Cielo y tierra sostienes
y al sentir tu presencia toda tu raza
vibra en mi persona
***
CABRA SOLAR
El
poeta Ramón Miranda. En estos días lo hemos estado recordando con
vehemencia. Nos espera acodado en un mesa en una nube del cielo. Puestas
las 'cerbellas', prestos a libarlas. Sí, 'cerbellas', como era dado al
penco
Carlos Martínez nombrar a las Pilsen en una
gustosa
fusión de cerveza y mujer. Debe saber que ya no me empino las cinco de
siempre. Ramón Miranda, un ser excepcional, dije era cuando se le rindió
homenaje en la FILVEN- Capítulo Falcón 2022 y se nos invitara
a formar parte del panel junto a Gabriel Jiménez Emán, María Elvira
Rojas y Paúl González Palencia. Hable de nuestra relación de amigo
consecuente
y poeta hermoso y festivo, sobretodo de la singular experiencia que
significó para mí servir de editor de sus dos libros: "Plantado como un
ángel" y "Animalamor". Aporté datos en referencia al discipulado al lado
del poeta Rafael José Álvarez, con quien laboró de periodista en la
Universidad Francisco de Miranda y en los periódicos locales, y con
quien gustaba de la conversa sobre la poesía y la dedicación que ésta
demanda, el uso correcto del lenguaje como una exigente devoción y la
genética del hombre debida a la presencia idónea y divina de la mujer.
Todo esto sin extenderme y tocado más por la emoción que por la
precisión; pero no dudé en afirmar que si alguien podía hablar con
propiedad de Miranda se llamaba Paúl González Palencia, poeta también y
de grandes kilates, uno de nuestros primeros maestros y quien en verdad
le conoció de vista, trato y comunicación antes y desde el Grupo 13
Negro que ambos integraron. A quien me refería estaba sentado allí
entre nosotros. Paúl sí fue preciso, dijo que nuestro amigo era un ser
de carne y hueso; pero que en su palabra subía y bajaba del cielo de la
forma más discreta posible que se puede permitir un poeta: elaborando
sin cesar su instrumento, siendo exigente consigo mismo y con la mayor
consideración que se puede tener con el lector (que a fin de cuentas es
quien da factura al poema), es decir, como quien pone ante sus ojos una
gema que él, el lector, hará diamante, si el poeta ha obrado en verdad
cuidando que su luz no lo enceguezca o su pretendida o no fórmula no lo
confunda. Y en nuestro hermano y amigo, esto era más que cierto, me
decía allí mismo escuchando disertar a Paúl. Cuando editamos sus dos
libros separados con largura en el tiempo de escritura y edición, pude
constatarlo. El primer borrador que el poetica (así le decíamos por
cariño) ponía en nuestras manos sólo era la sombra de lo que iba a
imprenta; no obstante una lucecita, un quieto fulgor, permanecía allí en
la hoja plagada de correcciones: la esencia del poema. Fue una gran
lección para mí, entonces algo descuidado, correcciones que valieron
muchas tardes de conversaciones, disfrutes, placeres y 'cerbellas'. Él
decía que sí, que se debía corregir con insistencia, pero sin apartar el
poema de lo que le dio vida, que en fin el contenido era el instante
mismo y que separarlo por una utópica perfección era traicionar el
instante; y era allí, en esto, que lo podías oír hablar de la poesía
universal de la manera más humilde, en esas frescas tardes en que las
frías apaciguaban la resolana coriana. "Cabra nuestra solar" es un poema
suyo en el que todos los que habitamos este confín de viento y tunas
nos sentimos y somos, desde nuestro 'poeta oráculo' y nuestro 'poeta
duende' hasta Antonio Robles y Anthony Alvarado. Este poema es para mí
la cima de un triángulo expresivo cuya base son dos sonetos que le
preceden: "Soneto bárbaro" de Elías David Curiel, y "Una cabra sin ojos
cruza el viento" de Rafael José Álvarez.
en Notas distraídas. César Seco. 2023.
(Fuente: César Seco)
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