sábado, 18 de marzo de 2023

Juan José Rodinás (Ecuador, 1979)

 

Dentro de mi habitación siempre estoy afuera
(¿no te parece que estamos en un loop carretera y vamos en una Vespa color malva?)
 
como un queso cuyos agujeros son más grandes que el queso mismo:
la nada, ajá. eso mismo. luego las nubes copiosas tras la ventana.
 
le pido a Alexa que ponga un disco de Sadao Watanabe:
Orange Express vamos a ver con qué canción arranca. 
 
“Ride on”: precioso tema. Luego digo “cállate, Alexa, por favor.
Su inteligencia artificial, su voz robotizada 
 
(¿a quién pertenecía la voz original?) me invita a que le pida cosas.
¿A quién, en realidad, le estoy pidiendo? ¿Soy acaso
 
un hombre del siglo XIX pidiendo cosas a un ciborg chica
del siglo XXII? No. No tiene nada que decirme de los asuntos
 
que en verdad me preocupan. Un oráculo inalámbrico
que sabe todo menos lo que yo necesito saber. Hilas fino, poeta, 
 
un estambre demasiado frágil, nudoso, abstracto,
que además no entiendes mucho. entonces, mejor mostrar
 
lo de siempre, lo que tú sabes que es así y que la gente sabe que es así.
quizás es lo más lógico ilógico. sí y sí. algo como:
 
arrancarse en carne: volverse inexplicable, trazar un cero impuro
sobre el cero puro. sentir el frío en cada hueso. 
 
sentir el hueso del cielo, sentir adentro de las cosas nervadas
que no sienten. nervaduras. una jarra caída en el corazón del niño: 
 
y adentro las abejas permutando en águilas y cuervos: quién sabe
cómo pasar un hilo por la luz hipnótica de los agujeros negros: 
 
quién sabe tramar la trama del matraz del fuego. gracias por participar
en lo sublime: la nada. ajá. eso. una canción de Sadao Watanabe: 
 
Orange Express vamos a ver con qué canción arranca.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario