Vida vegetativa
Estamos obligadas a llevar un cúmulo de plantas
dondequiera que vayamos, como respiradores o máquinas portátiles
de diálisis. “Es su responsabilidad como ciudadana”, “Cumpla
con su cuota de O2”, “Aquí tiene su provisión semanal
de agua filtrada”; y, para cada cumpleaños, un cajón de helechos.
Vamos por las calles como lecheras medievales guardando distancia,
para no magullar ninguna raíz y que no se nos caiga ninguna hoja.
Siempre es un alivio volver sanas y salvas a casa.
El año pasado me regalaron un lirio atigrado y una orquídea exótica;
me pasé con el agua y la maté, por lo cual me abortaron el pulmón
izquierdo el mes siguiente. Los órganos confiscados se meten
en el compostador, para que los brotes más verdes tengan un lecho
más mullido para desarrollarse y propagarse. Ahora me toca la mitad
de los helechos que me daban antes y me cuesta más trabajo
respirar, ya casi no le siento el gusto al aire ganado con esfuerzo.
Traducción: Ezequiel Zaidenwerg
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