viernes, 6 de marzo de 2020

Iván Rojo (Valencia, España, 1976)


TABERNA Y RINCÓN 

 


Balones a Prosinecki.
Balones a Dani Parejo.
Balones a José María Gutiérrez “Guti”.
Balones a Pablo Aimar.
Balones a Alexander Mostovoi.
Balones a Ibrahimovic.
Balones a Denilson.
Balones a Djalminha.
Balones a Gareth Bale.
Balones a Iván de la Peña.
Balones a Mágico González.
En mi once el balón siempre para esa gente que juega peor de lo que podría jugar.
Es decir:
En mi once el balón siempre para esa gente que podría hacerlo mejor de lo que lo hace.
Jugadores capaces de no querer ser más que ellos mismos.
Jugadores capaces de volvernos locos a todos.
Jugadores que nos decepcionan con un estilo irrepetible.
Que fueron, son y serán el cerebro medio muerto de su equipo.
Que se mueven por el campo, por el infinito, por la memoria como resacosos de una fiesta privada, de una guerra privada.
Que tuvieron ante sí la puerta a un universo paralelo mejor, mejor, mejor, y no la abrieron.
Que dejarán una huella de misterio en el césped de la Historia.
Una pregunta flotando en la oscuridad del estadio vacío que todos seremos:
¿Por qué no? ¿Por qué no? ¿Por qué no?
Nada más hermoso.

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