De "Las fases de la luna"
(...)
No es todavía de noche y está en camino
la pequeña hoz. Con una intención especial
que ignoramos, como la nuestra, se eleva.
Una pequeña estela que parecía seguirla,
con los pasos erráticos de una luz humana
se aleja
en el gran desorden del cielo.
Con la oscuridad sube el miedo calculado de la Hoz
de cuando ojos primitivos andaban entre las ramas
la curva cortante aferraban por el mango
emparejaba la hoja la hierba y las respiraciones
y valía la vida lo mismo que una espiga madura.
Pero como entonces desviste su infinitud
desliza bien hacia lo alto su flacura.
Para nosotros es una coma en el discurso
una pausa bajo la bóveda del níspero
porque siempre cae una hoja del níspero.
Hay cierto aire de familia
cuando se detiene en la ventana
la luna de los pobres de Cupi.
Un tropel de luces mercenarias
sin empleo, da vuelta
sobre los sembrados de berro,
las infaustas berenjenas rastreras
los tomates sobre los que se doblan
los trabajadores golondrina.
Más allá de las tribus vecinas,
al final de los campos, entre otras
lunas entrevistas, una edad poco sabia
se hunde, casi gris, sin hacer ruido.
Hacia el norte, a lo largo de la fila de cipreses
una viga de roble lentamente
se pudre entre la hierba. La carcoma
ha trabajado, pero la médula está sana.
Firme sostenía una casa en peligro.
Ahora sirve a un fin menos honesto.
Un banco de madera y de hierro
para completar un raro crepúsculo.
Lo llamé el banco de la meditación
interrumpida por los vientos lluviosos del invierno
y, en verano, los nidos de araña en las vetas de la madera.
Muchachos poco racionales tal vez se sientan ahí
muchachos satélites, contentos de girar
como la luna que los lleva por los hombros
un planeta que gira en torno a una estrella.
(...)
"Los nuevos climas", Por manos mortales, Gog y Magog Ediciones, 2020
Versiones de Jorge Aulicino
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