La mujer de Lot
miró atrás, a espaldas de él,
y se volvió estatua de sal
Génesis 1,26
Y el justo fue tras el enviado de Dios,
enorme y claro, por una montaña negra.
Mas la ansiedad en voz alta le decía a la mujer:
Todavía estás a tiempo de mirar
las torres rojas de tu Sodoma amada,
la plaza en que cantaste, el patio donde hilaste,
las ventanas vacías de la casa alta
donde diste hijos a tu amado esposo.
Miró, y, paralizados por un dolor mortal,
sus ojos no veían; y su cuerpo
se hizo sal transparente,
y sus ágiles piernas pegáronse a la tierra.
¿Quién habrá de llorar a esta mujer?
¿Acaso no parece pérdida intrascendente?
Sólo mi corazón no olvidará jamás
a esa que dio la vida por sólo una mirada.
1922-1924
(Fuente: Asamblea de palabras)
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