sábado, 18 de marzo de 2023

Maria Popova (Sofía, Bulgaria, 1984)

 

el poder del tacto: coordenadas 

 













 
 
Todavía me pregunto
por qué el cuchillo estaba
en mi mano izquierda
cuando lo presioné hacia
la corteza de la sandía
con la hoja hacia arriba,
lo presioné fuerte y lentamente
y sentí que se detenía en mi hueso,
no sentí dolor alguno
mientras me dividía el pulgar
a lo largo de un meridiano perfecto.
Vi cómo la sangre se derramaba
sus perfectos granos de granada
en la nave espacial de aluminio
del fregadero de la cocina.

Tenía seis años.
Estaba aprendiendo las direcciones.
La izquierda quedó codificada
en la cicatriz.
A través de este trozo de espacio-tiempo,
esta media vida,
todavía deslizo mi dedo índice sobre ella
por instinto animal
cuando me piden que me oriente.

Esta noche presioné el meridiano de mi pulgar
en el ecuador de su planta del pie desnuda,
de ella cuya pisada reconozco
al otro lado de la habitación,
a través de la galería,
a través de la galaxia,
lo presioné con fuerza y lentitud
hacia el gemido de su
placer animal.

Es inútil preguntar
por qué el cuchillo estaba
en mi mano izquierda entonces,
o este pie en particular está aquí 
ahora.
Algunas cosas simplemente salen mal,
y luego hacemos uso de las cicatrices.
Algunas cosas salen bien
sólo cuando dejamos de presionar
sobre la hoja del por qué.

***

Versión de Claudia Sbolci
Emma Gunst

/

The Power of the Touch: Coordinates



I still wonder
why the knife was
in my left hand
when I pressed it into
the watermelon bark
blade-side up,
pressed it hard and slow
and felt it stop at my bone,
felt no pain at all
as it split my thumb
along a perfect meridian.
I watched the blood spill
its perfect pomegranate seeds
into the aluminium spaceship
of the kitchen sink.

I was six.
I was learning directions.
Left became encoded
in the scar.
Across this slice of spacetime,
this half a lifetime,
I still glide my index finger over it
in animal instinct
when asked to orient.

Tonight I pressed my thumb meridian
into the equator of her bare sole,
she whose footfall I recognise
across the room,
across the gallery,
across the galaxy,
pressed it hard and slow
into the moan of her
animal pleasure.

No use asking
why the knife was
in my left hand then,
or this particular foot
now.
Some things we just get wrong,
then make use of the scars.
Some things we get right
only when we cease pressing
against the blade of why.
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

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