martes, 14 de marzo de 2023

Liliana Kancepolski (Argentina, 1962)

 

LA HERMANA MUERTA

 


Para pintar un cuadro en azules,
¿cuánto azul has usado?
 
He encharcado de azul los lienzos
hasta que la tinta hiciera jirones a dentelladas azules
la tela,
larvados de azul los cuajos en jaurías azules
de azules tiburones
a brochazos de azul intenso,
azul espeso,
azul oscuro,
dorado,
cuando bebí del fondo sin darme cuenta
y perdí de un trago mi colección de voces...
 
Me dejé en ello un último toque al agua muy leve,
muy leve...
Quedaba sólo una delgada lámina de tinta seca
en el interior del frasco.
Deseaba tanto que la tela ardiera,
que mordiéramos todos de ese azul mordiente,
más lascivo sobre la mancha de ocres
que la tinta azul negra de los sueños
que me arranca como zarpa de bestia de entre el plumaje
negro de los cisnes muertos de mi edredón de plumas blanco
por la noche;
que por los armarios se abriese paso
chorreante el río de azules,
y se arrastrasen como lagartos verdes
mis vestidos al agua alados,
zapatos como pájaros sin garganta ni ojos,
marrones,
decapitados.
 
Trepar con los pies descalzos las teclas dislocadas
del parquet nuevo,
los peldaños de la casa en vertiente.
Ver mis libros amoratados,
desmembrados,
la palabra disuelta en su capítulo.
He leído tanto...
Paredes destripadas de clavos,
de azulejos,
de ventanas...
 
Frente a la azotea de la casa planta cara con sus
rarezas un edificio espejado más bien bajo
y mi niña que lo ve dice:
agua,
 
raíles para la corta carrera de un tren desarticulado
que duplican su trayecto hacia el oscuro interior
del edificio por entre los hierros verde oscuro
de la vidriera en cuadrícula,
pequeña grúa azul cobalto
con dos brazos electrificados,
tiesos,
largos.
Una caseta sin puertas llovida de herrumbre
prende como lapa del caserón contiguo
sobre la techumbre plana.
Luego, hacia el este, un aluvión de tejas
y hacia el otro lado,
hacia el oeste,
cemento visto y persianas,
el mundillo trasero y gris del vecindario
zurzido de antenas,
en una cuerda un trapo...
...
Bebí del fondo revuelto y perdí de un solo trago el habla: sólo
una delgada lámina de tinta seca
se apegaba al interior del frasco.
¿A cambio de qué lo hiciste?, preguntaron con tristeza sus
hermanas, varadas sus largas colas
en la escurridiza orilla de mugre...
 
 

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