jueves, 16 de marzo de 2023

Chandra Livia Candiani (Milán, 1952)

 

dos poemas










 
 
Háblame con signos con señas
migas sobre la repisa
ideogramas de sombras sobre las baldosas
trátame como un pájaro asustado
como un desequilibrio en tu perfecto
orden de cuentas cerradas;
anímame, devuélveme un lugar
en el pecho y no
este estacionamiento subterráneo
en el que vivo sola sin habla
para los llamados vivos, sin puentes.
Soy una madeja de extravíos
sin diseños, soy cal
viva bajo la piel
de un tambor que vibra
a cada roce soy
un niño sin cáscara
que huyó perdidamente y cayó
al suelo, como disparado
al corazón. Sobre estos fragmentos
sopla la palabra viva
vivaz habitada por abejas
de la luz. Yo estoy allí
en tu puño
para tomar el sol
lentísimamente
para no despertarte.

~

No quiero aprender a no tener miedo, quiero aprender a temblar. No quiero aprender a callar, quiero saborear el silencio que nace de cada palabra verdadera. No quiero aprender a no enojarme, quiero sentir el fuego, rodearlo de transparencia que ilumine aquello que los otros me están haciendo y aquello que yo puedo hacer. No quiero aceptar, quiero acoger y responder. No quiero ser buena, quiero ser despierta. No quiero hacer mal, quiero decir: me estás haciendo mal, déjate. No quiero volverme mejor, quiero sonreír a mi peor versión. No quiero ser otra, quiero adoptarme entera. No quiero pacificar todo, quiero explorar la realidad también cuando hace mal, quiero la verdad de mí. No quiero enseñar, quiero acompañar. No es que lo quiero en este modo, es que no puedo hacer otra cosa.

***

Versiones de Nicolás López-Pérez
Fotografía de Melina Mulas

/

Parlami con segni con cenni
briciole sul davanzale
ideogrammi di ombre su piastrelle
trattami come un uccello spaventato
come uno squilibrio nel tuo perfetto
ordine di conti chiusi;
rincuorami, ridammi sede
nel petto acceso e non
questo parcheggio sotterraneo
in cui vivo sola senza discorsi
per i cosiddetti vivi, senza ponti.
Sono matassa di smarrimenti
senza disegno, sono calce
viva sotto pelle
di tamburo che vibra
a ogni sfioramento sono
bambino sbucciato
corso via perdutamente e poi caduto
a terra, come sparato
al cuore. Su questi frammenti
soffia parola viva
vispa abitata da api
della luce. Io sono lì
nel tuo pugno
a prendere il sole
pianissimo
per non svegliarti.

~

Non voglio imparare a non aver paura, voglio imparare a tremare. Non voglio imparare a tacere, voglio assaporare il silenzio da cui ogni parola vera nasce. Non voglio imparare a non arrabbiarmi, voglio sentire il fuoco, circondarlo di trasparenza che illumini quello che gli altri mi stanno facendo e quello che posso fare io. Non voglio accettare, voglio accogliere e rispondere. Non voglio essere buona, voglio essere sveglia. Non voglio fare male, voglio dire: mi stai facendo male, smettila. Non voglio diventare migliore, voglio sorridere al mio peggio. Non voglio essere un’altra, voglio adottarmi tutta intera. Non voglio pacificare tutto, voglio esplorare la realtà anche quando fa male, voglio la verità di me. Non voglio insegnare, voglio accompagnare. Non è che voglio così, è che non posso fare altro.

 

(Fuente: La comparecencia infinita)

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