Pedido de trabajo
Poesía por encargo es artefacto.
El constructor de artefactos puede producir muchos
(sin procurarse más cansancio que el del trabajo manual).
El objeto puede resultar, a veces, irónico:
el artefacto siempre lo es.
Han pasado los tiempos en que, voraz ahorrista,
derrochaba todo, invirtiendo mi dinero (mucho,
porque era mi semen y yo siempre estaba en erección)
en la compra de áreas de bajísimo valor
que se valorizarían de aquí a dos o tres siglos.
Era tolemaico (era un muchacho)
y contaba la eternidad justamente en siglos.
Consideraba la tierra el centro del mundo;
la poesía, el centro de la tierra.
Todo era bello y lógico.
Por lo demás, ¿que razón tenía para no creer
que todos los hombres eran como yo?
Luego, en cambio, se revelaron todos mucho mejores;
y yo resulté ser, más bien, hombre de raza inferior.
Intercambié puntos de vista
y entendí que no quería escribir más poesía. Ahora, sin embargo,
ahora que está vacante la vocación
–pero no la vida, no la vida–
ahora que la inspiración, si viene, no produce versos–
por favor sepan que estoy aquí pronto
a proveer poesía por encargo: artefactos.*
*Incluso explosivos.
(Fuente: El hombre aproximativo)
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