martes, 2 de julio de 2019

Erika Velázquez Zamora


La Libertad es una palabra muerta.
Hemos llorado lágrimas de sangre.
Escondiendo el llanto detrás de un canto bélico,
que nos llama al grito de guerra.

El hambre y la miseria se volvieron inherentes
a los que nacimos condenados a morir, por no
nacer en cuna de oro.
La violencia se incrustó hasta nuestros huesos.
robandonos el sueño de ser libres.
Caminamos cabizbajos, al ritmo de la
demagogia de aquellos que se disfrazan de
esperanza, mientras nos ven morir.
Nos movemos entre consignas, llevando en
nuestros hombros ídolos falsos que se
alimentan de la sed que tenemos de vivir.
Vivir y no sobrevivir.
Existir y no resistir.
Nos hemos convertido en ideales muertos,
sueños rotos, piezas de un rompecabezas, que
rompieron para aislarnos y podernos reprimir.
La libertad es una palabra muerta, en un
pueblo que escucha, pero no entiende.
La libertad es un sueño inalcanzable para un
pueblo que puede ver la realidad, pero se niega
a hacerlo.
Ceguera ideológica, demagogia, sueños rotos,
mentes secuestradas y atadas a su miseria,
condenadas a seguir sobreviviendo,
resistiendo, hasta que el poderoso decida,
cuando es tiempo de morir.

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