Sobre el soneto
Me parece que me hayan dado un trozo de mármol
en el que mi cincel puede esculpir libremente y en la misma medida
eternamente, formas que cada vez son nuevas.
Me gustan estos sonidos, amplios, broncíneos,
que siempre suenan con la misma nota melódica
y dispersa en infinita diversidad de motivos,
como las diferentes nieblas en el cielo.
Me gusta esta pequeña iglesia en la que quizá
pueda caber un Dios enorme, como en una gran catedral.
Me gusta aquel escalón alto y estrecho de la roca
desde donde caerá quien no sabe poner los pies con seguridad.
Me gusta esta pequeña estrella que brilla como un amanecer
y el sonido de la campana, porque no silencia el bramido del huracán.
Trad. Fernando Presa González
(Fuente: Asamblea de palabras)
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